Capítulo 16: EL PARTO II

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El ambiente en el interior del cuarto de Arthit era algo hostil. La madre de Kongpob y su amigo intentaban controlar la situación lo mejor posible, pero no tenían realmente el poder de decidir por Arthit y el personal del hospital no estaba dispuesto a escuchar sus consejos.

—No van a ponerle nada más. —Knot se puso delante de Arthit con sus brazos extendidos, esperando frenarlo debidos a las palabras no funcionaron con él. El enfermero, sin embargo, siguió intentando llegar a él rodeando al hombre pero ésta vez fue la madre de Kong la que intervino sujetando su brazo.

—El padre del niño está en camino y no autoriza ningún tratamiento hasta que él pueda estar presente.—

—No podemos perder tiempo señora. ¿Cuánto quiere esperar? Ese niño tiene que nacer en unas horas y antes debemos hacer los últimos análisis.—

—Diez minutos. Es todo lo que pido.—

—Bien, si el responsable no es está aquí en diez minutos exactos usted y éste hombre —señaló a Knot con su dedo. —Tendrán que salir de la habitación, no pueden interferir en mi trabajo.—

El antes amable enfermero, se giró y salió del cuarto molesto. La doctora de Arthit estaba tratando de coordinar todo el equipo que haría la intervención y le había dado a él total autonomía para las cuestiones del pre quirúrgico, pero ni la madre de Kong ni su amigo se las estaban haciendo fácil y ya comenzaba a molestarle su actitud.

♦•♦•♦•♦•♦

Kongpob pudo por fin llegar a la clínica al cabo de pocos minutos pero sus ansias eran tantas que no esperó a que su padre buscara dónde estacionar el auto. Él se bajó antes y corrió al interior del hospital acompañado de la madre de Arthit que apenas podía seguirle el paso.

Cuando llegaron al tercer piso, buscó con desesperación la habitación de su novio sin importarle demasiado quién estaba delante de él, tan apurado que incluso golpeó el hombro de varios integrantes del personal médico.

—Es el cuarto... —mencionó agitado, deteniéndose delante de una de las puertas. Luego se adentro al interior. Él primero, por supuesto, se sentía con ese derecho después de haber sido su único apoyo durante todo el tiempo que Arthit y él habían estado juntos.

Al ingresar, esperó sinceramente encontrarse con una imagen desalentadora, pero a diferencia de lo que imaginó, se llevó una grata sorpresa en cuanto al ambiente sereno que percibió.

Sí, su novio no estaba muy conciente pero tampoco estaba desmayado y su madre y amigo estaban conversando amenamente entre ellos sentados a un lado de Arthit.

Kong, saludó a su madre con una pequeña reverencia –sin perder demasiado tiempo en ella– y rodeó la cama para poder acercarse a su p', lo único que quería era estar a su lado en aquel momento, el resto no importaba demasiado.

Caminó directamente hacia él y cuando llegó se arrodilló sobre las blancas baldosas para poder estar a la altura de su cara. Su mano –inquieta como siempre– se movió sola hacia su frente, acariciando el nacimiento de su cabello y la piel algo húmeda de su rostro.

—Kong... —balbuceó él con una sonrisa floja y sus ojos casi cerrados. El perfume característico de su novio fue lo que lo delató.

—¿Cómo estás p'? —preguntó Kong devolviéndole la sonrisa.

—Bien ¿y tú? —respondió escuetamente. Kong se desconcertó ante su simple respuesta. Al parecer, Arthit no comprendió que su novio preguntaba acerca del embarazo.

—Quiero decir con el bebé: ¿Está todo bien?—

—No lo sé, todavía no lo veo.—

—No pierdas el tiempo con él, hijo. Apenas reconoce su nombre.—

Malditas HormonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora