Cap 2: simplemente tú

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Rápidamente escuché un ruido. Me sobresalté, pero al ver que era un pequeño gatito de color blanco, salí de la cancha y me dirigí hacia aquella parte.

- No sabes el susto que me has metido.- expresé tras agarrarle y mirar sus ojos azules.

Comencé a escuchar voces cerca por lo que comencé a correr hacia la salida, cuando un chico salto la pequeña verja que había entre el exterior y dónde me encontraba.

Sus ojos me miraron como si fuera un ave rapaz en busca de su presa. Antes de darme cuenta me había agarrado y me había tapado la boca. Abrió el vestuario y me introdujo en el interior.

- Suéltame.- pataleé, por lo que el gato salto de entre mis brazos y salió corriendo de allí.

- No voy hacerte daño. Si te callas, prometo soltarte.- cabeceé como señal de que obedecería por lo que al instante me soltó.

Se colocó delante de mí y echo un vistazo a fuera. Ambos estábamos de cunclillas en aquel lugar, no podía ver demasiado, salvo por una pequeña luz de emergencias que había en el interior.

Estaba asustada, pero no pude evitar mirar a ese chico. Su pelo era rubio y estaba desordenado. Aunque parecía estar colocado así adrede. Vestía completamente de negro. Una chaqueta de cuero, debajo tenía un jersey grisáceo, unos pantalones negros y unas botas.

Tras mirar su ropa, mis ojos se clavaron en su rostro, blanco y terso, parecía un muñeco de porcelana.

Afuera se escuchó un ruido por lo qué se echó hacia atrás. La mezcla de su sudor con su colonia llegaba hasta mí. No obstante para mí sorpresa era una fragancia agradable.

- ¿Qué es eso de allí?- gritó uno de ellos.

- El gato.- inconscientemente mi cuerpo se movió

- ¿Acaso estás loca?- me susurró tras arrastrarme hacia él. Sus brazos estaban rodeando mi abdomen y a su vez mi espalda estaba pegada a su torso.

Su corazón iba un poco acelerado aunque posiblemente pudiera ser por la circunstancia en la que se había visto en vuelto. Lo único en lo que pensaba en este momento era huir, que me dejara libre y poder llegar a casa.

- Era un simple gato. Vámonos.- al instante escuché un pequeño chillido.

- Suéltame.- añadí tras forcejear con él. Al instante me soltó por lo que salí hacia fuera y corrí hacia donde había escuchado aquel chillido.

Miré a los alrededores cuando vi aquel gatito blanco tirado en el suelo.

- Malditos hi...- lo agarré entre mis brazos y lo acaricié ligeramente.

- ¿Tan importante es ese animal?- preguntó tras mirarme por encima del hombro.

- No me vuelvas a meter en tus problemas, Imbécil. ¿Por qué no desapareces?.- grité tras girarme hacia él. Mis lágrimas estaban a punto de salir ante aquella situación.

En ese momento le vi el rostro. Sin duda sería digna de un ángel, de alguien hermoso pero no era más que un imbécil con una bonita cara. Un macarra de barrio, un idiota que creía que el mundo estaba a sus pies.

Me fui rápidamente de allí y caminé hacia casa. Abrí la puerta y entré.

Y de repente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora