16. No es buen momento para ser una heroína

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Tal y como prometí, volví a entrar al café a recoger a Kofuku, la cuál acudió como un rayo a mis brazos nada más verme.

"¿Cómo ha ido Yuu chan?" Inquirió con lágrimas en los ojos.

Y yo, derrotada como estaba, sólo pude susurrarle que por hoy lo dejara estar... Lo único que quería era llegar a casa, darme una ducha y tirarme en la cama.

Kofuku, siempre había sido muy comprensiva conmigo, y al verme así, simplemente me abrazó para hacerme saber que estaba bien.

Paseamos juntas lentamente, en completo silencio. Y absorta como iba en mis pensamientos lo agradecí de todo corazón.

Kofuku se agarró de mi brazo mientras ojeaba los escaparates de las tiendas.

Y así es como mi atención volvió a enfocarse en mi entorno... Entonces fue cuando los vi, unos clientes que venían desde hace tiempo al café. Nos estaban siguiendo.

Mi cuerpo se tensó por completo, lo cual no pasó desapercibido para la pelirrosa que aún mantenía sus brazos entrelazados con el mío.

"Fú, apuremos el paso" susurré de forma apenas audible.

Mi amiga me miró asustada y giramos hacia un callejón.

"Quiero que me escuches atentamente, en cuanto te diga que corras, sigue por el callejón y rodea un par de tiendas antes de volver al café y pedirle a la gerente que te lleve a casa. Una vez llegues envíame un mensaje y sabré que estás a salvo..." tiré de ella para ponerla frente a mi y le puse ambas manos en las mejillas.

Ella ante ésto empezó a llorar de nuevo y a tartamudear de forma incoherente.

"¡¿Qu-que vas a hacer?!" Me imploró tirando de la chaqueta de mi uniforme.

"Lo único que se me da bien hacer... Y ¡ahora corre! No soy capaz de pelear si tu estás de por medio. ¡corre!"

La empujé dándole la espalda, no era capaz de mirarla a la cara sabiendo que sólo me iba a encontrar su cara llena de desesperación.

Cuando escuché sus pasos perderse por el fondo del callejón, me acerqué a la pared del edificio que tenía al lado y arranqué un trozo de tubería. Era lo único que tenía a mano.

Poco tiempo tuve para pensar, puesto que enseguida llegaron nuestros perseguidores. Escondí la tubería tras de mí y fingí sorpresa.

"Hola Suiren chan" dijo uno de los hombres con una mirada que a cualquiera le resultaría repulsiva...

"Oye oye Kato... ¿Dónde está Lena chan?" Dijo el más corpulento de los tres.

"Donde esté no es asunto tuyo foca" escupí con todo el desprecio que me invadía debido a la situación...

"¿Sui  chan pero por que eres así con nosotros? Sólo queríamos una foto contigo y Lena chan y no has hecho más que humillarnos una y otra vez ¡¿y ahora ésto?!" Vociferó violentamente el último de ellos dirigiéndose hacia mi.

Estiró su brazo y le dejé que me sujetara por el cuello de la camisa de forma que pensaran que me tenían acorralada...

Mi plan se puso en marcha una vez que comenzaron a acercarse más a mi, alcé mi mano dispuesta a molerlos a palos con mi improvisada arma. Pero exhausta como estaba apenas tenía fuerzas.

Por lo que el más corpulento de los hombres me sujetó por la muñeca y me lanzó contra la pared.

Todo estaba sucediendo demasiado rápido y la fatiga no me permitía ser dueña de mi cuerpo en ese crucial instante...

Estaba atemorizada. Sin fuerzas no sería capaz de defenderme, no sabía que debía hacer...Y justo cuando uno de ellos me inmovilizó los brazos, pasos apresurados resonaron por el callejón.

"¡¿QUÉ COÑO OS CRÉEIS QUE ESTÁIS HACIENDO?!" Vociferó alguien que parecía acudir a mi rescate.

Maldita sea... ¡No era una maldita dama en apuros!

Saqué fuerzas de toda mi flaqueza y con el pie lancé el trozo de tubería que yacía solitario en el suelo por los aires.

Rápida como si la muerte estuviera a punto de llevarse mi alma, sujeté la muñeca del hombre que me retenía prisionera. Mientras que con la otra mano cogí al vuelo la tubería y le golpeé en la cara con ella.

UNO MENOS.

Me giré rápidamente para encarar a los otros dos que forcejeaban contra un muchacho.

Le quité uno de ellos de encima con un simple barrido de pies y enseguida terminó con el que faltaba.

Sin aliento, nos miramos a los ojos y allí estaba él. El chico que odiaba a mi álter ego masculino.

Maldita sea mi vida...

Seirin no BasketDonde viven las historias. Descúbrelo ahora