1- A dormir.

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April

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April

Ser mamá era muy bonito, pero realmente complicado, más cuando era primeriza sin experiencia alguna, principalmente porque me daba miedo hacer algo mal, Maggie y John me habían ayudado mucho, pero el problema era cuando Bastián trabajaba y yo estaba sola. Cada vez que me quedaba sola me volvía paranoica, cuando le daba de comer me daba miedo que se ahogara, cada vez que tocía me daba miedo que tuviera un resfriado, cuando lo dejaba en su cuna y lloraba, me parecía que le podía haber picado algún mosquito o algo y por eso había llorado, cuando él estaba durmiendo en su cuna a cada segundo iba a asegurarme que estaba respirando.

A veces pensaba que estaba volviéndome loca, pero Maggie me dijo que era algo normal, que ellos con Bastián pasaron muchas cosas así. Hablando de Bastián, él no estaba tan nervioso como yo y sentía que para él todo era más fácil, como cambiarle los panales y dormirlo, principalmente la segunda, únicamente lo recostaba en su pecho y después de acariciarle la cabecita o la espalda por un rato, se quedaba dormido.

En cambio a mí se me hacía muy difícil, como en ese momento en el que había dado mil vueltas por la casa y él aún no se quedaba dormido y lo peor, lloraba como un loquito.

—Ya mi amor —lo mecí en mis brazos—, no sigas llorando por favor —besé su poco cabello rubio.

Escuché que un auto se estacionó y volví a ver a la pared donde estaba el reloj, era hora del almuerzo y ese auto era de Bastián, en lugar de quedarse a comer en algún restaurante, prefería llegar a casa y de paso ayudarme con el niño. Pero el problema en ese momento era que la comida estaba a medias, ya que Bradley no me dejó terminar de prepararla. Había estado aprendiendo a cocinar con Maggie y por supuesto Bastián me había ayudado bastante.

—Ya llegué amor —mi guapo novio entró y al verme frunció el ceño—. ¿Qué te pasó y por qué Brad llora? —se quitó el saco azul y se acercó a mí—. ¿Ya viste cómo está tu cabello?

—¿Qué tiene mi cabello? —saqué el celular de mi bolsillo y me vi en éste. Mi cabello estaba echo un desastre, parecía el nido de un pájaro—. Demonios, me veo horrible.

—Eso no es cierto —tomó a Brad de mis brazos—. Ven mi niño —besó su frente—. Tu mami no sabe como dormirte aún, ¿eh?

—Oye, no es mi culpa, éste niño te prefiere a ti —hice un puchero mientras me arreglaba el cabello—, por eso contigo se duerme fácil.

—Es sólo que no has aprendido lo que le gusta.

—Dos meses y aún no entiendo que le gusta —fui a la cocina, hice arroz blanco, puré de papa y aún me faltaba el pollo, el cual la haría a la plancha.

—Amor, ¿no te han dicho nada en la empresa que quieres trabajar? —me giré, Bastián estaba sentado en un taburete y en sus brazos tenía a un callado y tranquilo Bradley.

Pequeños West. [West#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora