13- El final.

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April

Me encontraba en la casa que estábamos remodelando, tenía a Bradley en mis brazos que no paraba de llorar, suspiré y por décimo quinta vez intenté calmarlo sin éxito alguno, no sabía que tenía, pero sí sabía que quería, a su papá. Así que bajé a la primera planta y saqué el celular de mi bolso, le marqué a Bastián a su celular, pero no respondió, así que llamé a la oficina y la secretaria me respondió.

—Hola Sandra, ¿Bastián está en su oficina? Es que lo llamo y no contesta su celular —le pregunté.

—No está acá y no contesta su celular porque se descargó, yo lo tengo acá cargando porque salió a almorzar.

—¿Y sabes en qué restaurante está?

—Claro que sí, en el mismo de siempre, es que está aquí a la vuelta.

—Ah sí, claro, gracias.

—De nada.

Guardé el celular en mi bolso de nuevo, lo puse en mi hombro y luego de decir que llevaría al niño a almorzar, para poder dejar todo tirado e ir a buscar a Bastián, salí casi corriendo de la casa, acomode al niño en su silla y empecé a conducir rumbo al restaurante, para cuando llegamos Bradley ya había parado de llora y sólo porque sabía que íbamos a buscar a su papá, la única evidencia de que había llorado eran sus pestañas mojadas, sus ojitos rojos y las lágrimas secas en sus mejillas, que limpie mientras entrábamos al restaurante. Muchas veces que Bastián y yo quedábamos en almorzar veníamos acá, así que una de las chicas que ya me conocía me indicó dónde estaba.

Fuiste hasta el lugar dónde estaba la mesa de Bastián y me quedé sorprendida al ver que no estaba solo, que estaba sujetando y besando las manos de una mujer, que cuando apartó el cabello de su cara, pude ver quién era y me quedé con la boca abierta, era la estúpida porristas de la universidad, la misma por la que empecé a odiar a Bastián. No fue sólo porque no me saludara y me sintiera ignorada, también fue porque se hizo novio de ella y se veían tan enamorados y felices, que no me quedó de otra que odiarlo a él, a ella ya la odiaba. Se soltaron de las manos y se incorporaron en sus asientos, ambos estaban tomando café, lo que significaba que ya habían terminado de almorzar y que llevaban un buen rato ahí.

—¡Papá! —gritó Bradley al ver que yo no me movía. Bastián vio en nuestra dirección y la sonrisa que tenía en su cara se borró al verme.

Se puso de pie y se acercó a nosotros, tomó a Bradley de mi brazos y le dio un beso en la frente.

—Hola amor —le dijo—. ¿Te vas a quedar a comer? —me preguntó a mí.

—Hola April —la estúpida estaba parada al lado de Bastián con una sonrisa forzada hacia mí.

—Um. Hola —dije prácticamente sin verla—. No me voy a quedar, Bradley no paraba de llorar por ti, intenté llamarte, pero no respondiste, así que llamé a tu secretaria y ella me dijo que estabas aquí.

—Hola —Bradley saludó a la estúpida tan amable que de inmediato supe que ya la conocía de antes

Mi hijo era muy amable, pero la manera en que la veía y le sonreía significaba eso, que ya la conocía.

—Hola bonito —ella acarició su mejilla.

—¿Segura que no quieres quedarte? —preguntó Bastián nuevamente.

—Por supuesto que no. Nos vemos después amor —besé la mejilla de Bradley y de inmediato empecé a caminar hacia la salida.

No estaba dispuesta a hacer un drama ahí, pero por supuesto que estaba llena de dudas, ¿desde cuándo se estaba viendo Bastián con esta tipa? Hasta mi hijo la conocía, ¿me estará engañando? Subí al auto y tomé una larga bocanada de aire, las lágrimas de frustración amenazando con salir de mis ojos, no quería llorar, no en ese momento. Encendí el auto y conduje rumbo a mi casa, no tenía cabeza para trabajar después de los he vi, sólo quiero llegar a casa y llorar o romper algo para sacar la rabia que tenía dentro de mí.

Pequeños West. [West#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora