Pequeños West. [West#2]

29- Separaciones y locuras.

April

—Si su esposo no se presenta no podremos continuar con el trámite y tendrá que dejar al bebé con nosotros —al escuchar lo último sentía que mi corazón se iba a detener.

No quería separarme de él, no sólo yo sufriría al no tenerlo en casa, Avril y Bradley también, él que amaba cuidar a todos, ya se había convertido en su pasatiempo favorito cuidar de Kyled.

—Por favor, no me lo quite, yo lo estoy cuidando bien, usted lo ha visto—ya me sentía al borde del llanto.

—He sido testigo, pero las reglas son las reglas, si su esposo no firma, no podemos dejárselo y probablemente cuando me lo lleve los enviarán al final de la lista de posibles candidatos y ahí será muy difícil que lo logre.

No pude contenerlo más y empecé a llorar. Ya me había hecho a la idea de quedármelo, de que sería mío, por eso escogí su nombre. Tocaron la puerta, la licenciada indicó que entraran y esperaba ver que cualquier persona entrara por esa puerta, menos él. Llevaba un traje negro y unas grandes ojeras bajo sus ojos, al verme noté una especie de remordimiento en sus ojos.

—¿El señor West, verdad? —vio a la licenciada—. Lo he visto en fotos. Que bueno que llegó, justo a tiempo.

—Que bueno.

—Siéntese —lo hizo a mi lado—.  Señor West, ¿usted está de acuerdo con la adopción? —tenía miedo de lo que pudiera decir, de él dependía que Kyled se quedara conmigo y los niños. Él me vio y bajó la mirada unos segundos, susurró algo, pero no se le entendió—. Disculpe, ¿dijo que no está de acuerdo? —vio a la licenciada.

—Dije que... —volvió a verme—, sí, estoy de acuerdo con la adopción.

En ese momento sentí que mi corazón saltaba una y otra vez en mi pecho, como si estuviera bailando de emoción.

—Entonces procedamos a firmar los documentos —sacó las papeles, yo firmé de primera y luego lo hizo él. Su firma se veía hermosa en ese papel—. Felicidades señores West, ya tienen su tercer hijo.

—Muchas gracias por todo.

Salimos de la oficina y él ni siquiera volvió a verme, llegamos al estacionamiento y hasta ese momento se acercó a mí y me habló.

—Tengo que ir a la empresa para hablar unas cosas con mi papá, llegaré más tarde para ver a mis hijos —subió a su auto y me quedé analizando sus palabras.

Mis hijos.

Él seguía sin aceptar a Kyled, sólo firmó por mí, en otro tiempos me habría emocionado un gesto así, pero en ese momento sólo me entristecia, no sólo era lo de Kyled, habían otras cosas que necesitábamos hablar y todo apuntaba a que el día no terminaría bien.

—Pero al final firmó, que era lo que querías, ¿no? —me preguntó Summer, quien estaba en la veterinaria cuando fui por unas vitaminas para Mickey.

—Sí, lo hizo, pero a pesar de eso las cosas no están bien, cuando salimos no volvió a verme y sólo me habló para decirme que iría a la empresa y luego llegaría a la casa para ver a sus hijos. Creo que con eso está más que claro que él nunca va a aceptar a Kyled —me pasé una mano por la cara.

—¿Y qué vas a hacer?

—Lo que se tenga que hacer —me encogí de hombros.

—Gracias por cuidarlos —le dije a mi suegra cuando los niños estuvieron en el auto.

—De nada, ya sabes que a mí me encanta cuidar a mis nietos —sonreí—. Y más ahora que Kyled ya es suyo.