Pequeños West. [West#2]

20- Es hermoso.

Bastián

Dejé que el humo saliera por mi boca y una nube se formó sobre mí, volví a darle una calada al cigarro y dejé salir el humo otra vez, por la nariz y la boca esta vez.

—¡Bastián! —me levanté de un golpe al escuchar el grito de April—. ¿Qué te he dicho de fumar? Y ahora lo haces en la cama —April odiaba que fumara.

—Amor, pensé que ya se habían ido —apagué el cigarro en el cenicero.

—¿O sea que esperas a que me vaya para fumar?  —me pasé una mano por la cara.

—Amor, ya —quise acariciar su mejilla, pero se apartó.

—No me toques, apestas a cigarro —pasó a un lado de mí y tomó su bolso, no me di cuenta que lo había olvidado, porque yo se lo habría llevado y me habría evitado el regaño—. Más vale que mis sábanas no apesten a cigarro, ¿entendiste?

—Amor no quiero que discutamos por esta mala costumbre que tengo —le dije.

—Mala costumbre que no recuerdo habertela conocido en estos años que llevamos juntos, hasta hace poco.

—Es que ya lo había dejado, cuando estuve en coma y en terapia, lo dejé, pero no sé porqué volvió.

—Quizás porque has estado fumando últimamente —asentí.

—Quizás sea eso. Te prometo que voy a intentar dejarlo otra vez, ¿sí? —hice un puchero y rodó los ojos.

—Bien, como sea.

—Dame un beso —me incline hacia ella y apartó la cara.

—En tus sueños West —reí—. Más vale que no llegues tarde —salió de la habitación y la seguí, bajamos las escaleras y en la sala estaban los niños.

—Ya te dije que ahí voy a estar —sacó a Avril de su cuna.

—Puntual —asentí—. Adiós mi amor —le dio un beso a Bradley.

—Adiós mami.

Hice el intento de acercarme para darles un beso y me empujó.

—Ninguna de las dos queremos tus besos apestosos a cigarrillo —Avril estaba dormida, así que no podía decidir.

April se fue y nos quedamos Bradley y yo solos. Me senté a su lado.

—¿Qué quieres hacer hoy? —me vio.

—Nada —se recostó y el perro se subió al sillón y se acostó a su lado.

Lo dicho, desde que ese perro había llegado a la casa, Bradley ya no me hacía caso, eso me dolía. Me puse de pie y fui a la habitación para tomar un baño, de paso al volver tomé la cajetilla de cigarros y la tiré a la basura, no quería  tener más discusiones con April por esta manía, porque vicio hasta el momento no era. Antes de entrar al baño llamé a Charlie.

—¿Qué pasó? —me preguntó en cuanto atendió la llamada.

—Hola, sí, yo estoy bien, me alegra que tú también.

—¡Ay ya! Estoy ocupado.

—¿Acaso ya no me amas?

—Cariño, por supuesto que te amo, pero estoy ocupado, guapo. Dime, ¿qué necesitas de mí? —lancé una carcajada.

—¿Olvidaste lo de los trajes?

—¡Mierda! Sí, lo olvidé por completo. ¿Es dentro de dos horas, verdad?

—Así es. Tenemos que conseguir nuestros trajes lo más pronto posible, la boda es en menos de un mes.

—Sí, iré a comprar un traje negro porque ese será el funeral de nuestro amor, bebé.