La Mafia es Color Rosa // Kingdom Hearts

40. El Adagio de la Rosa

Parte VIII - Luces, Cámara, ¡Y acción!

    40. El Adagio de la Rosa

    Estaba terriblemente en contra de lo que la política y la moral dictaban, pero al ver el final de la pieza; con Riku llorando sobre el pecho de Xion, y ella en su papel de cadáver,  el equipo de las White Witches rompió en aplausos, incluso Kairi se sentía orgullosa de su amiga. Gritó y festejó con Aqua y Strelitzia, había estado maravillosa.

   La pareja de baile se levantó, con una sonrisa saludaron a las cámaras, modestamente hicieron una inclinación a modo de dar las gracias y ágilmente salieron de escena, corriendo a los vestíbulos.

   La puntuación brillaba en la pantalla.

« Dificultad: 10.003     Artístico: 10.000      Ejecución: 10.000     Calf. Final: 30.003 »

   Sora y Ventus rebosaban internamente de felicidad, pero no se atrevían a expresarlo. El miedo los superaba con amplitud, Vanitas contribuía a ello, tenía cara de pocos amigos, se hallaba viendo fijamente a su hermana y al supuesto príncipe que la sostenía, ¿qué le pasaba al hijo de perra de Riku? Se comportaba extraño desde el juego en la fogata, como si tuviese una secreta inclinación por Xion. Los celos bullían dentro de el gemelo de la chica, hervía de ira, hervía de envidia, tenía que hacer algo, debía poner las cosas en orden. Van se retorcía de dentro hacia afuera como un animal.

—Bailaron increíble —murmuró Ventus a Sora, tratando de que Van no lo escuchase.

—Lo hicieron genial —respondió el castaño, igualmente discreto chocando los puños con el menor.

    Vanitas aventó la bebida que había estado tomando contra una pared, ¡¡¡La había besado!!! ¡¡¡POR SEGUNDA VEZ!!! ¿¡Con una no le bastaba!?

—¡LOS ACABO DE ESCUCHAR, MALDITOS TRAIDORES!

    Ventus se escondió tras Sora, quien gruñó como respuesta.

—Bueno, ¿pero qué esperabas? Fue fantástico —argumentó enojado, había querido evitar problemas, pero todo Van, era en sí un sórdido problema—. ¡Xion es el mejor cisne que he visto, y Riku no es bueno de gratis!

—¿A quien le importa esa mierda? —se aproximó a Sora, dominándolo en estatura. El tranquilo chico, incluso pensó por un momento que el pelinegro lo golpearía—. Ese cabrón la beso, y no es la primera vez, ¿comprendes? Xion... es... mía...

    Y con la frase atorada en su garganta se fue de allí, a buscar a su gemela y a enfrentarse con Riku.

    Más abajo, en los vestíbulos izquierdos se hallaban Naminé y Roxas, a segundos de su actuación. El rubio estaba nada más y nada menos que descolocado, tal vez no tenia el mismo arranque de rabia que Vanitas, pero su corazón se marchitaba a fuerza de celos, Riku sabía lo enamorado que se encontraba de la joven princesa, y aún así, se había acercado a ella, la había elegido, la había invitado a bailar y había tenido la desfachatez de besarla. Y nada le dolía más que pensar que él pudo ser ese príncipe que la sacara a bailar. La envidia de la que Roxas sufría era contraproducente, desestabilizante. Como siempre, no existía un motivo real o solido para enojarse, pero allí estaba él, con su alma encendida por el odio.

    Pero... ¿hacia donde iba dirigido ese odio?

    El contacto de la mano de Naminé sobre la de el rubio, rompió el hechizo de tormentoso dolor. Él la observó, luciendo un vestido rosa pastel, que dejaba al descubierto ambos hombros, en la cabeza una corona de flores. Se sintió mal por ignorarla tanto, la desplazaba cada que tenía a Xion en frente.