48. Cinderella Syndrome

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Parte X - Cielos Cristalinos

   48. Cinderella Syndrome

    Roxas casi tuvo que emplear toda su paciencia para saber tratar a Kairi aquella noche. La joven estaba en su más insoportable modo de niña malcriada. Hizo pucheros, hizo rabietas, pataleó en sus brazos. Cielos, jamás la había visto es semejante estado de depresión. Luchó contra el rubio con todas sus fuerzas, para al final dejarse caer en la cama, como una muñeca de papel, sin resistencia alguna.

—Kairi sacate esa pijama de Minnie justo ahora —demandó Roxas—. Te irás a bañar, te vestirás y vendrás conmigo al centro comercial.

   Ya tenía la bañera preparada con agua caliente.

   La pelirroja se arrebujó en su edredón, fingiendo formar parte de él. Ojalá y su amigo no fuese tan pesado, ¿qué necesidad de llevarla a comer pizza?

—Kairi, o te quitas tú la pijama, o iré yo mismo a sacártela —le advirtió—. Primer aviso.

    Ella hizo el ademán de volver a enrollarse entre las cobijas, pero antes de que completara la primera vuelta, él las tomó primero y las arrojó al suelo otra vez. Estaba loca si creía que la dejaría convertirse en una mala imitación de un enrollado de carne.

—¡Es todo! ¡Lo haré con mis propias manos! Igual no estoy viendo nada nuevo.

    Si alguien los hubiese encontrado en esa situación, habría pensado que eran hermanos a plena discusión de rutina. Primero por lo enfadado que estaba él. Y segundo por lo mimada que se comportaba ella.

    Kairi no reaccionó, se limitó a permanecer inmóvil sobre el colchón, ahora desprovisto de cobertores. No se quejaba, no lloraba, no chillaba, fingía su inminente inexistencia. Mas, cuando sintió que Roxas la tomó por el brazo, levantó una pierna y le metió una patada en todo el pecho para empujarlo.

—No me toques, no quiero ir, Minnie es la única que me entiende... —sollozó.

    El rubio respiró, mantuvo la calma tanto como pudo, y se desprendió de la gruesa bufanda azul que llevaba, junto con la chaqueta de cuero blanca. La cosa iba en serio. Si dejaba que la chica se quedase allí llorando y llamándose fracasada una, otra y otra vez, empeoraría, tardaría más tiempo en salir de la depresión.

    Avanzó hacia su amiga y la cogió del hombro.

—Estás haciendo esto bajo tu propio riesgo, rubio.

—Ya lo sé, no me lo recuerdes —respondió él.

     “Bajo su propio riesgo” implicaba que con Kairi a centímetros de su cuerpo, podían ocurrir tres cosas: recibir más de un golpe, rasguño o arañazo. Enfrentarse a cualquier clase de insinuaciones o provocaciones sexuales. O bien que ella pegase un grito a decibeles que solo los perros podian oir, y por su puesto, seguridad (Larxene) fuese a sacarlo a rastras de la residencia femenina.

     Como la pijama era de botones, empezó a desabrocharsela desde arriba, procurando no hacer nada estúpido ni nada extraño.

—Pareces mocosa de primer grado, te juro que no es divertido —dijó gruñendo. Le bajó los pantalanes y enseguida cogió la toalla para envolverse la encima.

—“Pareces mocosa de primer grado” —repitió Kairi haciendo mofa de él—. “Soy Roxas, me creo re inteligente y maduro, pero le meto al emo de frente” “Xion anda pendiente de Riku y eso me genera inestabilidad emocional” “¿Donde dejé la hojilla? Me voy a cortar las venas”

—Oh, ¿eso es todo lo que tienes? te lo estas tomando mejor de lo que pensé —observó el chico, mientras la forzaba a caminar hacia el baño.

—“Odio que me comparen con Ventus” “que sea rubio, no significa que se estúpido” “Yo soy yo ¡y nadie más!” “Xion... Xion... Xion...”

La Mafia es Color Rosa // Kingdom HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora