5. A Merced del Diablo

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   Parte I - Las Cuatro Princesas

      5. A Merced del Diablo

      Aquella mañana, el sol atravesaba con un esplendor increíble las enormes ventanas del salón de clases. Era el tipo de día que Sora amaba; luminoso, con un cielo azul perfectamente despejado, fresco, lleno de brisa fría y agradable. Y finalmente se podía sentir en el ambiente, el buen animo y la energía tranquila sus compañeros de curso, que tras una noche de sueño reparador, habían vuelto a ser gente.

      Incluso se percibía una paz delicada y suave en el aire, gracias a que la mayoría de los alumnos no llegaban todavía, y posiblemente no llegasen hasta dentro de treinta minutos. Mientras tanto, el alegre chico de cabello castaño, se dedicaba a revisar la guía de química que el profesor Zexion había asignado ayer, sentado concienzudamente junto a su amigo Roxas. Quien a diferencia suya, leía otro entretenido libro de programación.

      —¿Es que no haces más que leer de computadoras? —Preguntó Sora.

      El rubio asomó su nariz fuera de las paginas para dar la respuesta de mala gana:

      —No —Y volvió a meter la cara en su interesante capítulo.

      A Sora, Roxas le agradaba, en serio le caía bien. Pero podía ser amargado y pesado de vez en cuando, sobretodo si estaba de mal humor. No hacia falta conocerle desde hace mucho tiempo para darse cuenta.

      —¿Como te fue anoche arreglando la computadora de Naminé? —Insistió el chico.

      —Bien, desconfiguró su sistema operativo por accidente...

      —¿Y después de...?

      —¡Sora! —Explotó Roxas—. Dejame leer mi libro en paz, es nuevo, iba a leerlo anoche pero no pude... Si tan solo pudiese avanzar unas paginas antes de que el profesor llegase a darnos lata, seria muy feliz.

      —¿Estas molesto?

      —No, no estoy molesto, pero no pude dormir bien anoche, y estoy un poco irritable —Contestó intentando volver una ultima vez a su lectura.

      Vale, Sora lo había pillado. No era buen momento para tratar con él.

      Desgraciadamente, al mundo no le daba la regalada gana de que el pobre rubio terminase el primer capitulo de su dichoso libro. En esta ocasión no fue su asignado quien lo interrumpió. El estrepitoso grito de cuatro chicas en el aula, fue lo que terminó de asesinar sus intenciones por avanzar en la lectura.

      —¡ROXAAAS! —Chilaron esas voces tan familiares para él.

      Y al diablo la paz de la mañana.

      El muchacho se sostuvo el puente de la nariz, respiró hondo, cerró de un golpe el manual súper grueso que se gastaba, se recostó de su mano y se dispuso a escuchar a las cuatro princesas que de pronto rodearon su asiento.
      Él no tenia complejo de ambulancia, eso de querer ayudar a todo el mundo no era lo suyo, ni mucho menos le gustaba ser servicio comunitario. Pero por algún motivo, a ellas les encantaba fastidiarlo la mayor parte del día, algo así como si no existiese más gente a la que ir a darle lata.

     Sora en un momento de iluminación e inteligencia, hizo un buen acto de desaparición y le dejo a su tutor solo con las cuatro escandalosas.

      —Buenos días chicas —Dijo Roxas aceptando su karma—. Veo que durmieron bien, ¿Que se les ofrece?

      Aqua fue la primera en hablar.

      —Cariño, necesito que me ayudes a pasar la batería del salón de estudio, al auditorio y no encuentro mis partituras de música en la sala de delegados, ahí fue el ultimo lugar en donde las vi ¡Y si las pierdo me va a dar algo! —Exclamó desesperada.

La Mafia es Color Rosa // Kingdom HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora