D i e c i n u e v e.

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No podía quitar la mirada de su rostro, incluso durmiendo era bella. Lucía como un pequeño e inocente ángel, tal vez lo era. Su mejilla estaba apoyada sobre la almohada y sus cabellos rubios estaban desordenados en todas direcciones, sus labios rosas entreabiertos en una pequeña sonrisa. Era realmente hermosa.  

Estiré mi mano hacia ella y quité los mechones de cabello que le molestaban en  la cara para dejarlos detrás de su oreja. Sonreí al verla hacer una mueca y acomodarse mejor sobre el colchón. Giré sobre mi espalda y me estiré en la cama antes de levantarme  y caminar hacia el baño para asearme antes de ir a la cocina a preparar algo de desayuno. 

De seguro cuando Grace se levante esté hecha un desastre, anoche tomó demasiado, más de la cuenta. No sé qué fue lo que me pasó, por qué permití que tomara tanto, sabiendo que no podría aguantarlo o no estaba acostumbrada. Nunca podría perdonarme por hacerle pasar por una situación horrible, cuando volvimos al hotel estuvimos dos horas metidos en el baño, con ella vomitando todas las comidas que ingerió desde que tenía más o menos 16 años. Fue demasiado y me asusté muchisimo.

Ella estaba tan ida y con dolores terribles, tuve que asearla y vestirla antes de meterla a la cama y quedarme despierto gran parte de la noche para estar seguro de que nada malo iba a pasarle mientras tanto. Jamás haría eso otra vez. 

El sonido de mi celular sobre la mesita de noche me sacó de mis pensamientos. Me apresuré a tomarlo entre mis manos y atender antes de fijarme que no la haya despertado. Grace solo se removió en la cama y estiró sus brazos y piernas por toda la cama, pateando las sábanas lejos de su cuerpo. 

Reí en silencio y sacudiendo la cabeza, salí de la habitación. 

-¿Hola?-pregunté con el celular en la oreja. 

-¡Amigooo!-chilló la voz del otro lado.

-Niall-suspiré, preparando la cafetera.

-Bueno, no lo digas con tanta emoción que te puede dar un ataque al corazón, ah no, espera, no tienes-se burló y rodé los ojos. 

-¿Qué pasa? ¿Sabes la hora que es? ¿Para qué llamas tan temprano?

-Oye, disculpa, no sabía que tenía un horario específico para llamar a uno de mis mejores amigos, creí que podía llamarlo cuando lo necesitara. Ya sabes, eso de para la amistad no hay horario o algo asi. 

-¿De qué estás hablando, amigo? ¿Te encuentras bien?-puse a preparar el café mientras cortaba rodajas de pan para tostar. 

No tenía ni idea de qué querría comer Grace cuando despierte y tampoco tenía muchas cosas para cocinar allí de todas formas. Supongo que café y tostadas será por hoy. 

-Harry, escuchame-su voz poniéndose seria-Grace y tu son noticia mundial.

-Ajam-respondí sin mostrar interés. 

-¿Entiendes lo que es eso? Hoy escuché a Weston diciendo que las ventas de los álbumes de Grace incrementaron y su popularidad también, todos están hablando de ella y también de ti.

-Ajam-repetí, con un pinchazo en el pecho.

-¿No es eso genial?

-Ajam-puse el pan en la tostadora. 

-¿Qué te sucede? ¿Estás con Grace? ¿Qué está haciendo ella?

-Hey, tranquilizate, Grace está durmiendo.

-¿Cómo van las cosas entre ustedes?

-Lo estoy haciendo bien-dije,  ya cansado de el tema. 

-Sabes, estuve pensando en este tiempo y creo que tal vez podrías intentar algo con ella, ¿sabes? Este de hecho es el último trabajo que tienes que hacer, asi que podrías simplemente

-No estoy buscando nada serio con ella, Niall-gruñí, harto de escucharlo opinar sobre nosotros como si no fuera nada-Estamos bien de esta forma.

-Bueno, solo estaba diciendo, ella parece hacerte feliz, encima, vamos, ¡es Grace Lee!

-Ok, escúchame, no te metas en esto. Nos vemos mañana, adiós-corté la llamada con enojo y giré para tomar el café cuando noté a la rubia parada en el umbral de la puerta, un tacón en su mano y una mirada perdida en sus ojos. 

 Demonios. 

-Buenos días-murmuró ella, evitando mi mirada y rascando su cabeza con lo que parecían ser nervios.

-Hey.

Se acercó con pasos lentos hacia la mesa en el centro de la habitación y, dejando caer el tacón de su agarre, se sentó en una silla. Lucía muy cansada y tenía una mueca de dolor en su rostro. Apoyó sus brazos sobre la mesa y fijó su mirada en un punto sobre la pared. Volví a maldecir en mi interior por haberla animado a tomar tanto la noche anterior. Jamás volvería a hacerlo, lo prometo. Tenía un nudo en mi garganta pero no encontraba las palabras para dejar salir en un momento como este. Ganas de tomarla entre mis brazos y protegerla del mundo crecieron en mi pecho, pero para protegerla, sabía que también debía protegerla del que podría hacerle más daño. Y ese era yo. 

Sacudí mi cabeza cuando dejó salir un quejido de dolor y se acomodó sobre la superficie. Me apuré en buscar una pastilla y agarrar una botella de agua antes de acercarme a ella.

-Toma esta pastilla, te aliviará el dolor-hablé en voz baja sintiéndome realmente apenado por todo.

-Gracias-respondió simplemente, antes de tomarla.

¿La había cagado? No, no, no puede ser así. 

-No hay de qué, ¿te sientes bien?-pregunté patéticamente, mi voz volviéndose insegura al igual que mis movimientos. 

-Si-asintió luego de unos minutos regalándome una rápida sonrisa que hizo a sus ojos brillar. 

Lancé un suspiro inaudible y sonreí ampliamente, bueno, tal vez no lo había arruinado del todo, me incliné para dejar un beso en su sien y me dirigí a la tostadora dando pasos saltarines.

-Hice el desayuno-hablé inflando el pecho de orgullo, bien tenía que intentarlo al menos-¿Sabes? He estado pensando acerca de que pasamos todo el tiempo afuera, y no sé tú, pero me cansé un poco de las cámaras y de la gente, así que se me ocurrió la idea de no salir hoy-hice silencio, esperando una respuesta, que no llegó, por lo tanto seguí-podríamos quedarnos aquí, ver unas peliculas o jugar algún juego de mesa, o lo que tú quieras. ¿Qué dices?-giré sobre mis talones, para encontrarla perdida en algún punto en la pared de la cocina, totalmente sumida en sus pensamientos.

-¿Qué?-sacudió su cabeza, poniendo su atención en mi.

-De quedarnos hoy aquí-señalé con el ceño fruncido, acercándome con una taza con café y tostadas.

Asintió, desviando la mirada. Parecía como si no quisiera verme, como si hubiera matado a su gato o algo, diablos, ¿qué hice? Bueno, además de casi conducirla a un coma alcohólico, claro está. Me senté frente a ella apoyando los brazos sobre la mesa para ver cómo peinaba su cabello desordenado con sus dedos temblorosos. ¿Tal vez no le gustó que diera la idea de quedarnos en casa? ¿Tal vez ella sabía algo de nuestro asunto y quería que las cámaras la filmaran? 

No, eso no podía ser, ella no sabe nada. Y si supiera, seguramente se sentiría dolida, no trataría de sacar provecho de eso. ¿Verdad? Realmente no la conozco demasiado como para asegurarlo, pero por lo que la conozco, no parece ser asi.

-¿Qué sucede?-preguntó revolviendo el café.

-¿Qué te sucede a ti?-murmuré,

Podía notar cómo pensamientos inundaron su cabeza pero rápidamente sacudió su cabeza y plasmó una brillante sonrisa.

-Nada.

-¿Segura?-achiné los ojos, necesitando una aprobación más.

-Si.

-Bien-murmuré, devolviéndole la sonrisa.

Todo estaría bien.

Perfect | hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora