Imperial ❀ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ | Omevagerse

10: El Omega guerrero

El sol era levemente cubierto por una esponjosa nube blanca, creando el escenario un tanto opaco que daba aquel verdoso y cuidado jardín. Se podía oler el césped recién regado y algo de la madera que se estaba consumiendo por aquella fogata pequeña qué estaba en el lugar. Esto acompañado de aquellos sonidos de dolor que salían de los labios de aquel hombre que estaba siendo torturado por otros más.

Miró con furia al alfa que estaba frente a él, se sentía encolerizado y sobre todo con el orgullo de alfa herido. El golpeado alfa miraba hacia él como si una esperanzada gota de misericordia estuviera esperando ver en sus ojos. Sonrió ladino, pensando en lo inútil que era el pensar aquello y sobre todo, el pensar que alguien como él sentiría misericordia.

—Por favor...—Suplicó el alfa.

—Haz fallado, me has fallado—Se quejaba el hombre de gesto firme y con ojos totalmente chispeantes de la ira que se acumulaba ante la mala tarea realizada—Tenías una tarea muy sencilla, ¿Tan inútil eres?

—Pero el emperador se atravesó...

— ¡Eso hubiera sido más que mejor! —Exclamaba con cólera, mientras golpeaba al alfa y soltaba a través de esos puños todo lo que sentía—No nos sirve un alfa inútil como tú.

Las cadenas que sostenían al alfa se manchaban de la leve sangre que empezó a brotar de los labios del sujeto, mientras miraba con terror a los presentes y al alfa quien sin ningún tipo de miramiento, tomó una de las espadas que un beta le ofrecía.

Trató de analizar la mirada del beta, en búsqueda de salvarse de su destino inevitable. Pero el beta ni siquiera le miraba, solo se mantenía cabizbajo, no queriendo ver el destino del que había sido su amigo todos esos años. Entonces, el corazón del alfa que era torturado olió más que los golpes que estaba recibiendo, bajando su cabeza en modo de obediencia a quien era el que le golpeó, escuchó el filo de una espada blandirse en el aire.

Apretó con fuerza los ojos, para después sentir un dolor ardiente y algo atravesar su pecho. La sangre salió con más fuerza de sus labios y sus ojos se nublaron de lágrimas de dolor por aquello. Y aquel alfa que había atravesado su cuerpo con la espada, no hacía más que limpiar su sangre con la tela de sus vestimentas.

Sacó la espada del alfa que perecía, mirando al resto con furia aun dentro de él. Bajó la espada, mirando de reojo a todos los presentes y apretando los dientes, causando que su quijada se endureciera.

—Este hombre ha traicionado la tarea simple que se le fue dada—Musitaba el alfa a los demás presentes, mientras veía como estos bajaban sus cabezas algo avergonzados y temerosos—Así como él, podrán estar varios de ustedes si no cumplen con la tarea que se ha sido impuesta en los reinos.

—Pero... ¿Cómo le haremos ahora que la guardia imperial sabe que estamos aquí? —Preguntó uno de los hombres mientras miraba con inquietud al alfa, quien parecía analizar aquello— ¿Deberíamos avisar de este fracaso al resto o lo dejaremos pasar?

—Ahora mismo se van a marchar aquellos hombres, así que debemos seguir la pista desde las sombras—Musitaba mientras enterrada aquella espada en el frondoso pasto, soltando un suspiro ante todo lo que se le estaba acumulando—. También debemos eliminar a todo lo que se vaya a interponer en nuestro objetivo.

—Eso quiere decir que...

—Sí, debemos incluso matar a los demás secuaces—Miró el cuerpo inerte en el pasto, para después dirigir su mirada hacia otros dos hombres que estaban cerca de él—Entierren su cuerpo, no debe haber sospechas de nada. Ahora tengo que irme a cumplir con las obligaciones que me han sido impuestas, así que cuando vuelva no quiero rastro de nada.