Capítulo 12| "El inicio de una pesadilla"

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Me queje al sentir el dolor en mi cuello. Me lleve mis manos a esa zona de mi anatomía, al quedar sentada en la amplia cama recordé dónde estaba y porqué. Olvidándome momentáneamente del dolor fui a la puerta del cuarto, rogué internamente porque estuviese abierta. Giré el picaporte, me sorprendí al ver como este cedía fácilmente.

No puedo creer que la oportunidad de salir estuvo siempre ahí, ¡y yo durmiendo!.

Me adentré por el pasillo, bajé deprisa las escaleras, me acerqué con emoción a la puerta principal. Giré el picaporte con la esperanza plasmada en mi cara.

—Señorita, ¿Qué hace?—La voz de Regina inundó la sala.

—Yo—Piensa algo coherente me repetí mentalmente—Solo quería salir un rato, necesito aire fresco.

—El joven Damian me ordenó que no la dejará salir hasta que él volviera—Me contestó ella con la cabeza gacha.

Realmente él no había dicho que no saliera, únicamente había ordenado que no me dieran de comer.

—Pero Damian no tiene porqué enterarse que yo salí un momento, será solo unos cinco minutos nada más—Trate de persuadirla, poniendo mi mejor cara de tristeza.

—Lo siento, pero no puedo—Negó efusivamente con la cabeza.

Qué le pudo ofrecer Damian para tenerla tan, sumisa.

—¡Regina querida!—Una melodiosa resonó por la casa.

—¿Quién es?—Pregunté con curiosidad.

—Mi madre—Sus mejillas se tiñeron de rojo—Ven, quiero que la conozcas—Me asombró que se dirigiera a mí sin tanta formalidad.

Recorrí la sala con Regina caminando al frente, al dejar el comedor, por primera vez visualicé la puerta café que daba a la cocina. Era una amplia cocina en color blanco y negro, creo que Damian tiene un problema con ambos colores. Una robusta señora de tez blanca venía de aquí para allá con un cucharón en mano.

—Dios, necesitó perejil urgente—Murmuraba ajena a todo, concentrándose en darle sabor a la comida—¡Regina por Dios niña apu—La señora se dio la vuelta, al vernos a ambas paradas aguantando la risa, se llevo una mano al pecho.

—¡Dios, quieres matarme de un susto!— Regina con la cara plasmada en vergüenza, soltó una risa.

—Lo siento madre

—Pero muévete muchachita, ve a decirle a Mike que compre perejil—Sin más Regina salió a toda prisa a el jardín.

Alto, ¡¿acaba de decir Mike?! ¿Acaso hablaba del mismo Mike que yo conocía? Imposible, me negué a pensar que el trabajaba para Damian, aunque eso explicará porque siempre me lo encontraba en todos lados.

—Siéntate muchachita, ¿tienes hambre?—Estaba por negarme, no quería poner a nadie en mal con Damian— No mejor no me respondas, tú cara habla por ti.

Me toque mi cara, ¿tenía cara de hambre? Solté mi cachete al ver que ella ponía un plato de galletas y un vaso de leche frente a mí.

—Unas galletas especial niña, Damian me dijo que las guardará para su "mujer" pero no creo que haya problema con darte unas cuántas—Casi me ahogo al escuchar lo que ella me decía.

—¿Su m-mujer?—Tosí un poco más, le di un sorbo a el vaso de leche.

—Sí—Se dio la vuelta, concentrándose en la comida—No la he visto en realidad, llegué hace poco, solo a correr a hacer la cena. Me imagino a una mujer de unos viente años o más ojalá le pueda controlar ese carácter suyo, pobre de la mujer—Se giró hacía mí— Y tú, ¿trabajarás para Damian o eres amiga de mi hija?

AlessiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora