Capítulo 22| "Lo bueno no dura para siempre"

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-Mm, bueno yo-

Estaba por disculparme, aún sin haber hecho nada, me sentía incómoda y no sabía que decir. Pero al parecer a Fabrizia le irritaba que yo hablará.

-¡Cállate maldita!- Me señala con sus largas uñas de color rojo.

¡Pero como puede tener semejantes uñas! Miro a Gia en busca de ayuda o algo, esta me hace un movimiento de cabeza para que salgamos. Trato de pararme pero Fabrizia vuelve a soltar un sollozo ensordecedor.

-¡El muy hijo de puta dijo que no era suyo!- Se levanta y yo me asusto- ¡De quién mierda iba a ser!

Se acerca a unos pequeños elefantes de porcelana y los tira todos sin remordimiento.

-¡Qué importa estar con el "magnífico y poderoso" Carlo Ferro si no soy feliz!- Hace muecas mientras habla de su esposo.

-Todo lo bueno que puede tener alguna vez fue arrebatado de mi- sollozaba y tocaba su vientre con melancolía.

De pronto sus ojos parecen echar fuego, me mira directamente, veo a Gia en busca de ayuda pero ella se encuentra en el otro lado de la sala hablando con una sirvienta.

¡Dios me ayude que esta mujer me quiere arrancar la cabeza!

-¡Él bebé no tenía la maldita culpa!- Me grita y lanza un jarrón pequeño.

Me alejo de inmediato y me escondo tras un pequeño mueble.

-Bueno, yo no conocí a tu bebé, pero  sí estoy segura que no tenía la culpa- Le hablo tratando de calmar las cosas.

-¡Argh, Carlo y Damian son unos malditos hijos de puta!- grita fuera de control.

Escucho como se desploma al suelo, y sus sollozos se hacen cada vez más silenciosos. Salgo de mi improvisado escondite, y la veo, tirada en el suelo, esta hecha un desastre y por un momento me veo reflejada en ella, la lástima se apodera de mí y me acerco.

- No podría estar más de acuerdo contigo- Susurro parada a su lado.

-Vamos, estás comprometida con él como no vas a quererlo.

-Todo lo contrario. Damian es un completo hijo de puta, y no es hecho, es una realidad- Me animo a sentarme a su lado.

No hace nada, sólo se queda viéndome confundida.

- No entiendo. Porqué van a casarse entonces- Murmura suave.

Le doy una pequeña sonrisa, me acerco y sin esperar un gesto suyo, la abrazo, se sorprende pero no niega mi muestra de afecto.

-Dios quiera eso no pase y se quede en un simple compromiso- Me separo un poco para hablarle mejor- Estoy secuestrada Fabrizia, no tengo veinte  años como él dice, tengo quince- Mi mirada se pierde en un adorno de la pared-  Mi padre es un mafioso, y no tengo ni idea qué le hizo a el padre de Damian pero ahora yo estoy pagando por ello.

Vuelvo mi mirada a ella, parece aturdida, le sonrió con esfuerzo y le invito a levantarse.

-Lo siento mucho- Murmura una vez de pie.

-Está bien, es fácil juzgar a alguien sin conocerle- Le digo sincera.

Verla ahí con el pelo enmarañado, con el maquillaje corrido, y con lágrimas aún cayendo por su cara siento como mi estómago se revuelve, ¿Hay una persona que sea verdaderamente feliz en este mundo? ¿ De qué sirven todos estos lujos si son incapaces de llenar ese vacío emocional?

Un fuerte golpe me devuelve a la realidad, un hombre fornido entra por la puerta de la sala, lo veo y no lo creo, ¡Yo conozco a ese hombre! Recuerdo hablar con él una vez hace años, ¿Es Carlo Ferro? No puedo creer que mi padre me dijera que era un agente de bienes raíces.

AlessiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora