❝O4❞

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Sus ojos se movieron a cada rincón de la sala.

Sentado en un sillón de cuero veía cada rincón de su sala esperando encontrar la respuesta a lo que había hecho.

Apoyo sus codos en sus rodillas y escondió su rostro entre sus manos, frotándose una y otra vez su cara tratando de acomodar sus pensamientos y pensar cuerdamente a lo que había hecho y presenciado.

¿Como se sentía? Ni el mismo lo sabia.

¿Que si sentía mal por lo que había hecha? Para el era dificil de responder.

¿Que si se arrepentía? Claro que no, el teniendo en mente proteger a su pequeño, aparte de que el maldito verdoso tuvo la culpa por meterse con el, claro que no se arrepentía.

Ahora que lo que pensaba no se sentía mal por lo que hizo.

¿Que si estaba cuerdo? No, el ya no estaba cuerdo con lo que pensaba, que si estaba bien o estaba mal da igual con tal de protegerlo.

La poca cordura que le quedaba desapareció al ver a su pequeño con el verdoso en aquel callejón.

Estaba semidesnudo de la parte de arriba, con lágrimas en los ojos y gritando para que lo ayudarán.

Estaba oculto entre las bolsas de basura y un bote de basura grande de color verde, vio como cada grito era callado con un golpe en la mejilla dejándola morada y rojiza.

Vio como lo obligaba a estarse quito y tocaba cada parte de su cuerpo sin permiso del azulado.

Otro grito fue callado por otro golpe.

Más lágrimas salieron de sus ojos esmeraldas.

Sintió ira y la rabia al verlo ahí, tan indefenso y siendo casi abusado por el verdoso.

Susurros fue lo escucho por parte del erizo pidiendo piedad para que lo dejara.

Un grito de dolor fue lo que se escucho en aquel callejón.

Se quedo en shock, sus ojos se abrieron como platos y empezo a temblar de miedo.

Vio ante sus ojos como aquel erizo verdoso era apuñalado muchas veces por la espalda, sangre empezó a salir de su boca y a la vez sus gritos, miro como el cuerpo caía enfrente de el, bajo las orejas y más lágrimas salieron de sus ojos esmeraldas pero eso no fue suficiente para la persona que traía el cuchillo en la mano.

Se acercó para agacharse justo en la cabeza del de ojos celeste, acercó el cuchillo en el cuello de verdoso y le corto varias veces hasta que ya no se escucho más Gritos, solo su cabeza decapitada y con los ojos en blanco y la boca abierta.

Vio como aquel sujeto se levantaba se dio cuenta de que este tenía una máscara y no podría ver su rostro.

Su respiración se detuvo al ver como aquel encapuchado con mascara se acercaba lentamente hacia el, cuando el estuvo lo suficiente cerca sintió el filo pasarse por su cuello sin lastimarlo, el pánico se apoderó de su sistema.

—vendré por tí—fue lo que escucho antes de ver oscuro y caer al suelo.

“No se arrepentía”

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