Lo que no pudo ser

Capítulo 1 🌟

El sonido de la alarma me hace despertar, me siento entre enfadada y feliz. Foto mis ojos con las manos y empiezo a estirar mi cuerpo antes de levantarme de mi amada cama, la cual ciertamente no me apetece abandonar en absoluto, aunque no tengo opción. Veo la hora en el reloj de pared en forma de búho colorido que queda al frente y son justo las 6:30 a.m. hora de pararme e ir a bañarme para asistir a mi primer día de clases luego de las vacaciones por las fiestas navideñas. Con pereza me dirijo al baño de mi habitación y me coloco frente al espejo que reposa encima del lavamanos. Quito los cabellos rebeldes que se han pegado a mi cara, tomo mi cepillo y empiezo a asear ni dentadura, luego me deshago de la pijama y entro en la tina, abro el grifo y en instantes empieza el agua a descender del techo le había pedido a mamá que remodelaran mi baño y esta era una de las cosas que más me habían encantado de los arreglos, además de que ahora las puertas que separan la tina del resto del baño son de un vidrio transparente, pero sin llegar a mostrar realmente lo que hay detrás es como si pudieras ver una imagen difuminada.

Unos 20 minutos me tomó salir del baño ya que decidí lavar mi cabello, con una toalla en la cabeza y otra envolviendo mi cuerpo salgo hasta a la habitación, me termino de secar los restos de agua y me coloco la ropa interior, luego voy por el uniforme que consiste en un t-shirt rojo con el logo de la institución y pantalon beige, me pongo los tenis negros y me siento en la butaca de mi tocador para peinarme. Decido desenredar mi rizo cabello y me hago un moño alto tratando de recoger todo mi cabello.

— Rox cariño, el desayuno ya está listo — escucho que dice mamá desde la planta baja.

— Ya voy mamá, dame unos minutos — digo en lo que me levanto y tomo mi mochila que había preparado desde el día anterior, mi celular y también los audífonos. Salgo de la habitación y me encamino por el pasillo hasta las escaleras, bajo rápido y llego a la cocina, ahí veo a mamá con un traje azul oscuro y sus cabellos recogidos en una cola, me siento frente a ella en una de las sillas de la barra de la cocina.

— Buenos días mamá — me inclino para darle un beso en la mejilla que recibe sonriente.

— Buenos días mi amor, anda come que se nos hace tarde — dice apurándome ya que me lleva al colegio, antes de irse a trabajar al bufete en el que labora como abogada.
Yo asiento y me empiezo a comer los crepés que ella ha preparado y tomo el zumo de naranja. Terminado el proceso de alimentar a mi bestia (dígase mi estómago) lavo los utensilios y me dirijo al porche donde se encuentra mi madre esperando por mi.

Llevamos ocho minutos de recorrido y nos acercamos a la fachada de la casa de la loca más grande que he conocido y la que por consiguiente es mi mejor amiga, Shamir Wallace una hermosa rubia con cuerpo de infarto, caderas anchas, abdomen plano, glúteos bien definidos, su sedoso cabello dos pulgadas por encima de su cintura y unos hermosos ojos café. Su sonrisa es lo primero que percibo cuando el auto se acerca en su búsqueda, ella entra colocándose en los asientos traseros.

— Buenos días Sara — saluda dirigiéndose a mamá esta le corresponde con una sonrisa — Buenos días cariño, me hiciste mucha falta en estas vacaciones — dice con pesar y haciendo un puchero.

— Buenos días nena, tu también a mi. No sé porqué te fuiste a Italia a pasar la Navidad — digo tratando de sonar enojada — conmigo lo hubieras pasado de lo más divertido.

— ¿Como? sentada en un sillón viendo fotos de instagram — dice mamá a carcajadas, por lo que reímos — hasta las charlas con un poste hubieran sido mejor opción que tú, querida.

— Mamá, eres cruel — digo en tono de reproche y pareciendo ofendida.

— Sabes que no fue mi elección Rox, era el único momento de pasarlo la familia completa y no podía decir que no asistiría, además te compensaré el tiempo que no estuve.