Capítulo 1

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Era una noche como cualquier otra. Cielo despejado y sin viento. Un día perfecto para salir a tomar algo a la terraza de algún bar... o incluso robar un banco.

Exacto, era un golpe fuerte contra la capital de Inglaterra. Llevaban meses planeando cada detalle del asalto. Era un pequeño grupo de cuatro personas y un solo coche.

El plan era perfecto, de hecho, Axel, el líder de esa banda era conocido por su meticulosidad y su mente fría, aunque eso era lo que parecía desde un punto de vista exterior, pues las personas más cercanas sabían lo inmaduro y alocado que podía resultar a veces.

Aún con todo, cada palabra que salía de su boca tenía un inevitable poder de convicción y, cuando planeaba algo, lo llevaba a cabo eficazmente. La improvisación era la parte más importante, eso le había ayudado a salir victorioso de muchos apuros gracias a que era incapaz de perder los nervios en los momentos más importantes o, al menos, lo aparentaba.

Esa noche no era diferente, nada podía salir mal, todo estaba bien planeado y sus compañeros confiaban plenamente en él por alocado que fuese su plan. Todo un líder.

Dejaron el coche a un par de manzanas de distancia y caminaron hasta uno de los laterales. Había cámaras vigilando cada ángulo en un radio bastante amplio pero, después de investigarlo, había un pequeño punto muerto en ese lado, un descuido invisible ante cualquier ojo, excepto a los suyos.

Así que uno a uno empezaron a trepar por la pared y, cuando estuvieron lejos del campo de visión de las cámaras, se acercaron al centro del edificio por la cornisa hasta situarse junto al balcón. Desde allí subieron un poco más hasta quedar justo encima.

Todos sabían que ese plan se trataba de tener mucha resistencia para estar colgados a la cornisa durante más de una hora, y paciencia para soportar la espera sin perder los nervios. Ellos eran los indicados.

Solamente desactivar las dos cámaras sin que estas les detectaran ya les llevó ese tiempo. Después de aquello descendieron hasta quedar de pie, sin peligro alguno, en el balcón junto al gran ventanal que daba al interior del edificio.

Cortar los barrotes sin hacer ruido y guardarlos en una bolsa para no tener que tirarlos y que alguien les detectase, ya les llevó casi veinte minutos. Otros diez para hacer lo mismo con el cristal. Utilizaron un corta vidrios cerca del cerrojo y abrieron la ventana sin hacer apenas ruido.

Era el turno de Nizan, uno de los más jóvenes del grupo, pero muy talentoso en su trabajo. El chico se subió al marco de la ventana y, desde ahí, detectó los sensores de movimiento del interior.

Axel confiaba en su puntería así que, mientras esperaba, su mente empezó a divagar pensando en todo lo que debía hacer al día siguiente.

Sabía que solamente era una vez al año pero verse obligado a reunirse con su amargada familia para ir a visitar a su abuelo, a quien apenas conoció, al cementerio, sólo por el simple hecho de continuar manteniendo su herencia, era un enorme sacrificio.

Un suspiro se le escapó con pesadez, al mismo tiempo que saltó el núcleo de la alarma, situada a unos tres metros de distancia de la ventana. Nizan había acertado con un dardo untado en líquido corrosivo a un punto tan pequeño y desde esa distancia en una sala completamente a oscuras.

Sin embargo, nadie le aplaudió por ello, ya estaban más que acostumbrados a sus logros.

Uno a uno empezaron a entrar en sigilo a aquel banco, descolgándose por la pared con ligereza. Aunque no habían sensores que los detectasen, todavía tenían que actuar con precaución así que fueron a paso rápido evitando el centro de la sala hasta llegar a la caja fuerte.

Bienvenido al cielo (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora