Capítulo 3

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Los primeros segundos del viaje fueron más que suficientes para emocionar a Axel. Por alguna razón, confiaba en las palabras de ese ángel y en que no le dejaría caer, pero cuando empezó a descender se sintió... libre.

Cuando Noah estabilizó el vuelo, no pudo ver nada más que las nubes que tenían debajo. Formaban extrañas figuras en un cielo más blanco que azul. Un hermoso paisaje. Axel miró en todas direcciones buscando algo que le llamase más la atención que sólo las nubes pues no era el tipo de persona que apreciaba esas vistas.

Noah se echó a reír por su nerviosismo así que actuó sin que él tuviese que decir nada y se dio la vuelta dejando que el peso de ese hombre cayera sobre él. Eso fue más emocionante para Axel.

Pudo ver el lugar del que venían, todas las pequeñas islas flotantes con sus blancas e idénticas casas y algún que otro ángel volando. Parecían hormiguitas desde ahí. Se atrevió incluso a estirar el brazo intentando atrapar alguna de esas extrañas criaturas mientras el suave viento producto de la velocidad del vuelo chocaba contra él.

Era una sensación más que agradable.

-¿Te gusta?- Preguntó Noah con una dulce voz. Éste asintió y sonrió girando la cabeza para lanzarle una mirada llena de picardía.

-¿Qué más sabes hacer?- El aludido sonrió amplio aceptando el reto de ese humano condenado al infierno.

-Sujétate.- Dijo a la par que volvía a darse la vuelta y aumentaba la velocidad todo lo que podía.

Axel se emocionó de verdad. Entre gritos y risas se pudo advertir que lo estaba disfrutando realmente. Aunque hubiera sido mucho mejor volar por sí mismo, se encontraba extasiado.

Después de un par de piruetas, Noah descendió un poco más y continuó a máxima velocidad en línea recta, directo hacia una pequeña y solitaria nube. Pero en lugar de asustarse, Axel extendió los brazos preparándose para atraparla. Lo que pasó fue que la traspasaron.

-¡Otra vez!- Gritó como si hubiera vuelto a la edad de cinco años, donde lo único que importaba era jugar y divertirse. Para ser un muerto, no se estaba nada mal en ese lugar.

Si pudiese volver un instante al mundo de los vivos, les advertiría a todos sus seres queridos de que se portasen bien. La verdad es que no quería pensarlo pero una eternidad era demasiado tiempo, y ese ángel complaciente le estaba ofreciendo algo que sabía que no iba a tener en ningún otro lugar.

Lo hizo de nuevo. Atravesó otra pequeña nube. La sensación era como la de atravesar humo pero a la velocidad a la que iban, parecía que la nube les abría camino para pasar antes de que llegasen.

Entonces Noah paró de golpe y miró un instante hacia arriba.

-Se me ha ocurrido algo.

-¿Qué?- Preguntó Axel con algo de molestia por haber terminado el viaje. Noah sonrió amplio.

-Apenas serán unos segundos así que aprovéchalo.- Miró hacia arriba unos instantes y se colocó cabeza abajo en ese mismo punto.- No cierres los ojos.

Ni siquiera tuvo tiempo de preguntar qué iba a hacer cuando de repente dejó de sentir el calor de su delicado cuerpo.

Cerrar los ojos era imposible. De hecho, el efecto era el contrario, no los abrió más porque le fue imposible. Lo que sí hizo fue gritar. Gritar mucho. Y por un instante no supo si sería capaz de salírsele el corazón por la boca.

Empezó a caer a gran velocidad, ¡le había soltado! No podía creerlo, ¡le había engañado! Eso no era un ángel, era un demonio. ¡Sí, un demonio!

Bienvenido al cielo (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora