Habían transcurrido horas... o tal vez días. A Axel se le hacía difícil saber el tiempo que pasaba cuando no sentía sueño y nunca oscurecía.
Le gustaba la compañía de Erina, obviamente nunca sería capaz de realizar un acto como puede ser la violación. De hecho, no era el tipo de hombre que se aprovechaba de las mujeres.
De todas formas, le puso nervioso el no ver a Noah de vuelta. Así que la tercera vez que le preguntó a Erina la razón del por qué tardaba tanto, terminó haciendo sonar el dulce llamador de ángeles.
Ella se quedó pensativa, de repente sonreía y al momento se ponía seria. Axel respiró hondo, sabía que tenía que tener paciencia hasta que terminase de hablar con él para saber lo que estaba ocurriendo. Cuando al fin terminó, lo primero que hizo fue sonreír.
-Heartson, a partir de ahora vas a quedarte conmigo, ¿vale?- Axel negó extrañado.
-¿Por qué? ¿Noah no va a volver?
-No.- Dijo ella tajante.
-Pero él ha dicho que vendría a buscarme. Yo quiero irme con él.- Y realmente no comprendía la razón de aquella decisión, pero era lo que sentía por lo que no estaba dispuesto a darle demasiadas vueltas. Quería a su ángel de vuelta.
-No va a poder ser, Heartson. Veamos... ¿Te ha hablado sobre la reencarnación?- Axel negó.- Bueno, a nosotros nos gusta vivir aquí, pacíficamente, rodeados de la luz y el amor. Pero también es verdad que una eternidad es demasiado tiempo. Algunos ángeles se cansan de ser eternos y deciden reencarnarse.- Axel miró a Erina extrañado, intuía la situación pero no la comprendía. Noah en ningún momento le había dado señales de querer reencarnarse. Todo era demasiado raro.
-¿Y eso qué tiene que ver con Noah? Él parecía muy feliz aquí.- Y desde luego que él mismo no dejaba que se aburriera. Pero la serafina no supo contestar. Simplemente se encogió de hombros.
-Él lo ha decidido así y tiene todo el derecho si es lo que quiere.- Tragó saliva. No sabía qué pensar. Y si no fuera porque era un ángel muy estricto, juraría que su amigo se había molestado con él antes de salir de la casa de Erina.
-¿Crees que he hecho algo mal hoy?- Ella se quedó pensativa.
-Bueno, estás aprendiendo pero no deberías de ser egoísta. Si en el sofá no cabemos los tres, no debes sentarte sin permiso porque uno de nosotros se va a quedar sin sitio.- Axel negó. No era eso lo que buscaba.
-¿No he hecho nada más que esté mal?- La serafina lo pensó unos instantes pero finalmente contestó con una negación.- Erina, por favor, quiero verle antes de que se vaya.
-Pero él no quiere verte.- Axel empezó a ponerse nervioso y terminó quitándole el llamador de ángeles de las manos. Pero por más que trató de hacerlo sonar, le fue imposible. Se estaba desesperando... Respiró hondo pensando en alguna opción hasta que, finalmente, se le ocurrió algo. Le ofreció la campana de vuelta a Erina.
-Bien, no me estáis dejando más opción. Llámale ahora mismo y dile que si no da la cara, voy a empezar a portarme muy mal.- Ella se le quedó mirando perpleja sin reaccionar.- Hazlo. Nadie puede echarme de aquí. Si me diese la gana, este lugar podría arder incluso más que el infierno. ¡Llámale!- Imperó alzando la voz. Después de esa amenaza, ella volvió a hacer sonar la campana con los nervios a flor de piel.
Lo bueno de ese lugar es que cualquier cosa que dijese se la creían. Tras unos instantes, ella suspiró.
-Ya viene.- Dijo en un susurro. Tenía miedo. Axel suspiró aliviado.
-Lo siento, Erina. No lo decía en serio. Este lugar es demasiado hermoso como para destruirlo.- Después de decir eso, salió de la casa esperando en la puerta a que su ángel se dignase a aparecer.
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Bienvenido al cielo (Finalizada)
General FictionAxel nunca ha sido una persona que respete las reglas. Sabiendo que la vida tiene límite de tiempo, prefiere aprovechar para hacer todo lo que le gusta que, en su caso es vivir la vida fácil y poner sus emociones a flor de piel con cada uno de sus a...