Se sentó en el sofá de aquella casa a la que había entrado. Tenía que pensar en algo y rápido.
Aquello no era como robar un banco. No había trazado un plan y dudaba que pudiera hacerlo pues no conocía el lugar. Y sin darse cuenta, empezó a pensar en las posibilidades que tenía de huir durante toda la eternidad.
-¿Eh?- Una voz proveniente de la entrada de la casa le hizo levantar la mirada atónito. Una hermosa mujer... o más bien, niña, se situaba junto a él. Parecía extranjera.
-Hola, ¿cómo te llamas?- Dijo el hombre sonriendo para no asustar a la chiquilla.
-Azucena.- Lo había imaginado. Tenía un nombre extranjero. La pequeña se sentó a su lado con toda la confianza y se le quedó mirando.- ¿Acabas de morir?
-¿Cómo lo sabes?- Preguntó Axel extrañado.
-Porque todavía llevas puesta tu ropa de humano.- Ella se echó a reír. A Axel se le ocurrió una idea. No sabía si funcionaría pero así podría pasar desapercibido.
-¿Cómo puedo conseguir un traje de esos?- Azucena se encogió de hombros.
-Debería haberte dado uno Dios, aunque últimamente tiene mucho trabajo, a lo mejor se ha olvidado.- Entonces ella sacó una de esas pequeñas campanas.- Le avisaré de que estás aquí, no te preocupes.
-¡No!- Gritó el hombre alarmado. La niña le miró extrañada.- Quiero decir, ya sabe que estoy aquí pero está muy ocupado así que me ha pedido que espere un poco. Iré a verle después.- Sonrió como pudo, Azucena asintió guardándose de nuevo la campana.
Entonces...- No terminó la frase. De repente el pequeño ángel se quedó embelesado observando algún punto de la pared.
-Entonces me puedes mostrar una casa que esté vacía para poder quedarme allí.- La pequeña se echó a reír volviendo en sí en ese instante.
-No puedo hacer eso. Dios te está buscando, ¿te has escapado?- Axel palideció en ese instante. Cierto, ellos se comunicaban de forma muy extraña.
-Sí, me he escapado. Es un juego divertido. Dios no debería de hacer trampas, ayúdame a esconderme.
-¿Eh? Pero él ha dicho que esperes aquí.
-Pero si espero me atrapará. ¡Ya sé! ¡Escóndete conmigo! ¿Sabes cómo se juega?- Azucena asintió.
-Jugaba con mis amigos cuando estaba viva.- Axel sonrió.
-¿Puedes llevarme volando?
-Claro, soy fuerte.- Rió la pequeña y se levantó haciéndole levantar también a él.- Rápido, no tardarán en llegar y no queremos que nos pillen.- Obviamente, no dudó en hacerle caso.
Nada más salir de casa, Azucena desplegó sus alas y tomó a Axel como si no pesase nada para echarse a volar con él.- Oh, nos han visto.- Dijo la pequeña sin dejar de sonreír.- Noah viene detrás, ¡sujétate!- Y así lo hizo. Axel se sintió momentáneamente aliviado al ver que el ángel se encontraba en buenas condiciones.
-¿Crees que puedes despistarle?
-Umm... pero él es más rápido que yo.- Ah... tenía que haber ido a dar con una niña. Pero no podía rendirse.
-Tengo una idea. Sé cómo podemos despistarle. Ve por debajo de la ciudad.- Azucena hizo lo que le decía y descendió prácticamente en picado hasta situarse debajo de la ciudad.- Baja más. Baja todo lo que puedas.- Y así lo hizo colocándose al ras de las nubes más bajas. No podía bajar más.
Axel entendió en ese momento lo que había pasado cuando Noah le soltó. Él no había estado cayendo hacia abajo, era un bucle. Al atravesar esas nubes, aparecería directamente encima de la ciudad.
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Bienvenido al cielo (Finalizada)
General FictionAxel nunca ha sido una persona que respete las reglas. Sabiendo que la vida tiene límite de tiempo, prefiere aprovechar para hacer todo lo que le gusta que, en su caso es vivir la vida fácil y poner sus emociones a flor de piel con cada uno de sus a...