Los gritos de agonía de Noah no habían dejado de escucharse desde hacía horas. Lucifer le mantenía con la cara en el fuego sin descanso y, aunque trataba de defenderse, el miedo, el dolor y la desesperación se lo impedían. Los pocos intentos además, parecían no tener efecto en el demonio.
-¡Para, por favor, para!- No dejaba de repetir lo mismo entre llantos, pero eso era alimento para Lucifer que disfrutaba con el sufrimiento ajeno.
De todas formas, después de un largo rato, terminó sacándole del fuego y observándole muy de cerca. Estaba furioso...
-¿Por qué no te quemas? ¿Cuánto tiempo tiene que arder un ángel para que quede feo?- Noah negaba entre lágrimas suplicando todavía que le dejase volver.
Apenas llevaba unas horas en el infierno y sólo el hecho de pensar que tendría que estar ahí toda la eternidad le aterraba.- ¿Volver a dónde, pequeño angelito? ¿A casa?
-Por favor...- Suplicó de nuevo en un susurro apenas audible.
-No sabes cuántas veces grité, lloré y supliqué que me dejasen volver.- Apretó la garra en su rostro todavía más. Dolía... tenía la sensación de que le iba a partir la mandíbula.- Pero mira, aquí sigo todavía, y la verdad es que no estoy nada mal. Debo agradecerle a Dios.
-Por favor... díselo... me portaré bien, por favor, díselo...- Estaba desesperado. Lucifer suspiró finalmente.
-Está bien, lo haré, hablaré con él. Te demostraré que ningún Dios es tan benevolente como crees.- Con un chasquido hizo que su amiga apareciese de la nada.- Puedes jugar un poco con él, Astartea. Si puede ser, intenta que quede horrible. Me duelen los ojos solo de ver su cara.
-Lo intentaré, sabes que eso no es lo mío.- Esa voz seguida de una risilla diabólica hizo que Noah sintiera pánico nuevamente. No le daban tregua... Conocía el nombre que él había dicho, pero no conocía demasiado sobre ella. Tenía miedo...
Lucifer se alejó del lugar mientras esa tipa le llevaba a algún oscuro lugar lejos de las llamas.
-Déjame, por favor.- Ella rió.
-¿No sabes que cuanto más dices eso más me gustas? Es una lástima que Lucifer quiera destrozar tu hermoso rostro. Aquí no hay muchos hombres guapos a parte de los incubos.- De repente dejaron de caminar.- Yuna, te necesito.- Dijo con voz pasiva y calmada, pero la voz que sonó a continuación le puso los pelos de punta.
-¿Eh? ¿Astar? ¿Me traes un juguete? ¿Puedo jugar? ¿Puedo?- No podía ver nada pero parecía una niña histérica.
-Sí. Lucifer quiere que juegues mucho con él. Pero deja algo para divertirme yo después.- La niña rió llena de emoción.
-No quiero... déjame ir, por favor, déjame.- Pidió Noah, claro que su petición fue ignorada por completo.
Y de la nada empezó a recibir golpes. Venían desde todas las direcciones pero sabía que la dueña de los golpes era solamente esa niña ya que solo escuchaba su risa.
Dolían... no lo comprendía. En todo el tiempo que había estado en el cielo, no se había hecho daño con cualquier caída por grave que fuese, pero en ese momento le dolía todo el cuerpo.
De repente, los golpes se convirtieron en cuchilladas. Las sentía desgarrar su piel, algunas más profundamente que otras. Pero por más que gritaba pidiendo que parase, era inútil.
Finalmente, después de mucho... demasiado tiempo de la misma forma, se cansó de gritar para sólo dejar salir el sonido de sus sollozos mientras el dolor persistía cada vez más agudo y agónico.
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Bienvenido al cielo (Finalizada)
General FictionAxel nunca ha sido una persona que respete las reglas. Sabiendo que la vida tiene límite de tiempo, prefiere aprovechar para hacer todo lo que le gusta que, en su caso es vivir la vida fácil y poner sus emociones a flor de piel con cada uno de sus a...