Capítulo 2

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-¡No quiero ir al infierno!- Noah se encogió ante los reclamos de aquel hombre.

-Es lo que tiene cuando no haces las cosas bien en vida.

-Pero eso no es justo, yo no sabía que el cielo y el infierno existían de verdad.- Le señala con el dedo ofuscado. El ángel suspira y le mira de reojo.

-Nadie lo sabe, incluso hay muchos humanos que no son creyentes y, de todas formas, están aquí. Tú has sido una mala persona, ahora no te quejes.

-No, no, no, espera.- Noah esperó pacientemente pero la verdad es que ese hombre no tenía ninguna excusa válida por lo que al final terminó por no decir nada.

Dejaron de caminar cuando llegaron al borde de lo que parecía ser un precipicio. Axel se dio cuenta en ese momento cuando quiso echar un vistazo hacia abajo. Aquello era como una ciudad flotante llena de pequeños pedazos de nubes separadas entre sí.

-¿Todos aquí podéis volar?- Preguntó frunciendo el ceño.

-Así es. Vamos a bajar.- Noah sonrió y de una palmadita en la espalda, lanzó al tipo hacia el vacío.

La caída era de unos veinte metros y lo que asustó más a Axel fue no ver el final hasta que terminó cayendo sobre las nubes del piso inferior.

Sentía que podría morir infartado. Eso, claro está, hasta que se dio cuenta de que su corazón no latía desbocado. Más bien, no latía. ¿De verdad estaba muerto?

Noah llegó riendo por detrás, descendiendo como cualquier ángel lo haría. Se quedó mirándole embelesado durante unos instantes hasta que logró reaccionar lleno de furia.

-¡No es de risa! ¡Eres peor que yo, podría haberme matado!- Pero Noah sólo se encogió de hombros y continuó caminando.

-No puedes morir. Ya estás muerto.- Al ángel le tomó por sorpresa el hecho de que Axel le agarrase con fuerza del traje, tanto que no supo cómo reaccionar a esa agresividad.

-¡Eso no quiere decir que puedas tratarme como a un trapo!- Finalmente, terminó soltándole cuando escuchó el sonido de la pequeña campana, por alguna razón eso hacía que su ira se esfumara, al menos, momentáneamente. Noah sonrió.

-Hemos llegado.-Señaló una pequeña casa de paredes blancas, Axel suspiró. No le gustaba para nada ese llamador. Era como si una fuerza sobrehumana le tomara del hombro suavemente y le tranquilizara de repente.

Incluso cuando quería anteponerse y seguir gritando, ese estado en el que se encontraba era bastante cómodo y reconfortante como para luchar contra él.

Al entrar, lo único que vio fue un sofá de dos plazas y una mesa con un par de sillas. Todo blanco.

-¿Es que acaso aquí no conocéis los colores? Me molesta decirlo pero incluso con una cama rosa me conformaría.- Noah sonrió y negó.

-Aquí no hay camas. Los colores son una distinción ocular que poseen los humanos. No es como que todo esto sea blanco, solo que nuestros ojos no pueden distinguir otro color. Aquí no existe eso.

-Pero el color de la piel sí es diferente, incluso el color del pelo. Y mi ropa tiene un color muy variado.- Dijo a la vez que se sentaba sin esperar permiso en el cómodo sofá. Se sentía orgulloso de ser diferente. Por nada en el mundo estaba dispuesto a separarse de su pantalón negro, su camiseta blanca y la chaqueta de tela negra que llevaba a juego con el pantalón.

Tampoco era el conjunto favorito de su armario pero, para robar un banco necesitaba ir cómodo. De haber sabido que moriría esa noche, habría elegido un conjunto más sexy y casual.

Bienvenido al cielo (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora