Capítulo 11

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-¡Es horrible!- Gritó el hombre de pelo rizado. Los otros dos llegaron corriendo hasta la mesa dónde se observaba toda la situación.

-¿Eh? ¿Cómo ha ocurrido esto?- Dijo el hombre de pelo revuelto. El rubio negó.

-No lo sé.- El tipo de cabello largo se mantuvo observando la imagen con el ceño fruncido pero sin mediar palabra.

Noah estaba tardando mucho y Axel se encontraba demasiado nervioso. Sacó el pequeño llamador y trató de hacerlo sonar. Quería comunicarse con Erina, con Diago, con el propio Noah, con quien fuese. Pero no era capaz de hacerlo y eso lo único que hacía era ponerle más nervioso todavía.

-Noah, saca tus alas.- El aludido frunció el ceño.

-¿Para qué?

-Quiero verlas.

Apretó los labios y obedeció. Extendió sus alas. A Erina le sorprendió demasiado. Diago ya lo había imaginado, las cicatrices de su espalda estaban teñidas.

-¿Qué es lo que has hecho para que pase esto?- Noah agachó la cabeza.

-Nada. Es cierto que he tenido pensamientos impuros, pero no he hecho nada.- Entonces el ángel dio un suspiro y alzó de nuevo la cabeza para encarar a Diago.- Pretendes estar ocupado pero no tienes ni idea de lo que pasa afuera. Tú también has pecado. No puedes juzgar a Heartson sin saber lo que ha hecho. Me está ayudando a controlarlo.- Dios tragó saliva.

-Estás tratando de decir que él lo sabía y no me había dicho nada tampoco. Así sólo me estás dando la razón. ¿Acaso no te arrepientes por tus pecados?

-¡Por supuesto que sí! Me arrepiento de todo, pero no me retractaré de mis palabras hacia ti.- Diago sonrió entristecido. Él también gritaba por ayuda en su interior, pero sus gritos no llegaban a ninguna parte. No quería deshacerse de él pero el peso sobre su espalda era demasiado grande.

-Te apreciaba... puse a ese pecador en tus manos porque confiaba en ti, Noah. Me parece increíble que te hayas dejado afectar tanto por él.- El ángel se mordió el labio y apartó la mirada. No dijo nada más, simplemente una lágrima resbaló por su rostro.- Erina, vigílale, por favor, trataré de localizar a Lucifer.- Noah no necesitaba que nadie le vigilara. Su cuerpo empezó a temblar hasta el punto de caer al suelo arrodillado y se echó a llorar.

-¿Qué hacemos?- Preguntó el rubio mientras daba vueltas alrededor de la mesa, nervioso.

-No podemos permitir que la historia de Luzbel se repita. ¿Heartson todavía no ha conseguido sus alas?- La imagen del reflejo cambió de repente mostrando a un Axel lleno de impotencia intentando hacer sonar el llamador. El hombre de pelo largo suspiró con nostalgia.- Está bien, creo que, después de mucho tiempo, me va a tocar trabajar a mí. ¡Gabriel, Mikael, preparaos! El viaje será largo.

Ya no podía esperar más. Axel terminó saliendo de casa. Era la primera vez que lo hacía sólo. Todavía le parecía que la ciudad entera era idéntica así que dio gracias a que Diago estuviese justo encima y que su casa fuese diferente. Así no se perdería.

Ahora tenía que averiguar la forma de llegar hasta allí. Se situó al borde de la nube en la que se encontraba y miró hacia arriba y hacia abajo un par de veces. Repitió la misma acción en el otro extremo y, tras pensar en la locura que estaba a punto de hacer, suspiró y se lanzó al vacío.

Erina se acercó a Noah y le abrazó tratando de consolarle de alguna manera.

-Perdónale... por favor.- Noah la observó con lágrimas en los ojos.

-¿No estás de su parte?- Ella sonrió con preocupación. No le juzgó, y eso en el fondo le hacía sentir un poco mejor.

-Yo siempre estoy de su parte, pero sí creo que está equivocado.- Noah vio ahí un pequeño rayo de esperanza. No para él mismo, sabía que eso no sería posible.

Bienvenido al cielo (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora