Cuando Axel volvió al exterior, lo primero que escuchó fue a Noah llamándole entre sollozos, los cuales fueron acallados cuando le vio.
-Suéltale, Behemoth. Coge a Yuna y Astartea. Nos vamos.- Ordenó el rey de los demonios. Aunque su aspecto había cambiado, desobedecerle continuaba siendo un suicidio, así que dejó libre al arcángel a quien no pudo importarle menos la situación.
Solo con el hecho de saber que Axel se encontraba bien, era suficiente, así que corrió hasta él y le abrazó con fuerza. Lucifer los miró a ambos con cierta envidia y, tal vez, algo de nostalgia.
-Largaos ya, antes de que cambie de opinión.- El gigante colosal se hizo un poco más pequeño y empezó a caminar detrás del demonio. Ambos continuaron mirándoles hasta que hubieron desaparecido. Axel suspiró liberando toda la tensión acumulada.
-Heartson...- Dijo Noah con voz temblorosa pues quería preguntar muchas cosas pero no sabía por dónde empezar. Axel sonrió. Comprendía que su ángel pudiese tener muchas preguntas pero no era el momento para hablar de ello.
-¿Estás bien?- El arcángel asintió.- Ve a por Mikael. Yo me encargo de ellos.- Dijo señalando a Dios y Gabriel.- Tenemos que volver.- Lo entendió. Las preguntas podrían esperar.
Se acercó hacia donde se encontraba Dios. Gabriel estaba malherido pero podía moverse sólo.
-Estará bien. Sus heridas están sanando. Voy a preparar el portal.- Axel asintió.
Dios era más alto que él. Le sacaba, al menos, una cabeza. Se arrepintió pues debería de haber elegido él a Mikael, era mucho más bajito. De todas formas, se agachó a su lado y le incorporó lentamente, con miedo de hacerle algún daño.
-¿Heartson?- No sabía cuánto tiempo llevaba Noah detrás suyo flotando en el aire con Mikael en brazos. Cuando lo vio se quedó algo confundido.
-Tus alas... han cambiado.- El aludido sonrió amplio.
-¿Te gustan?- Preguntó, pero no necesitó una contestación, él mismo lo hizo.- ¡Qué remedio! Luego te dejaré tocarlas.- Axel se echó a reír y asintió. Le emocionaba la idea de tocar esas grandes, blancas y seguramente suaves alas nuevas.- Por cierto, veo que las tuyas han crecido.- El hombre apartó la mirada y comenzó a caminar hacia donde se situaba Gabriel abriendo el portal. No sabía si decírselo, precisamente las había escondido para evitar preguntas.
No había visto a nadie con alas doradas y, aunque en el mundo humano era un color que distinguía a los seres divinos, también representaba la avaricia. No sabía qué pensar.
-Sí... y tenías razón, duele mucho.- Noah sonrió emocionado.
-¡Quiero verlas!- El hombre todavía dudaba, aún así asintió. Confiaba en Noah y, aunque no fuese algo bueno, sabía que a su amado ángel no le iba a importar.
-El portal está listo.- Indicó Gabriel acercándose a ellos, ahora tenía mucho mejor aspecto. Tomó con cuidado a Dios. Axel agradeció que se lo quitase de las manos.- Vamos, pasad, rápido.
Diago y Erina les esperaban al otro lado. Noah ni siquiera tuvo tiempo de soltar a Mikael cuando Diago se abalanzó hacia sus brazos.
-Perdóname, Noah, he sido un imprudente. Debí haberte escuchado. Lo siento.- El aludido sonrió lleno de felicidad. Aunque Axel ya se lo había dicho, no se lo había podido creer hasta ese momento. Había sido aceptado... y perdonado.
-Te perdono. Y gracias... por dejarme volver.
-Noah ha sido un valiente.- La voz provenía de Dios. Todos voltearon la mirada hacia él. Estaba débil pero, en el cielo, las heridas sanaban rápidamente, por lo que podía verse sonriendo ampliamente mientras se incorporaba.
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Bienvenido al cielo (Finalizada)
General FictionAxel nunca ha sido una persona que respete las reglas. Sabiendo que la vida tiene límite de tiempo, prefiere aprovechar para hacer todo lo que le gusta que, en su caso es vivir la vida fácil y poner sus emociones a flor de piel con cada uno de sus a...