-OCHO-

40K 3.4K 334
                                    

Laila
Ya ha pasado una semana desde que no veo al demonio.

Estoy en mi habitacion, viéndome en el espejo del baño, pues me he puesto el collar que Noah me dio. Brilla demasiado, no recuerdo que brillara tanto.

Aún no he podido olvidar aquel sueño que tuve, lo primero que pasó por mi mente fue querer preguntarle a Noah en cuanto lo viera pero pensé que quizás no le guste hablar de esos temas.

Suspiró y me relajo, Julieta se ha salido con Max y aun no han vuelto, yo fingí sentirme mal para no ir pero solo quería pensar varias cosas.

Al final decidí ir a dar una vuelta por las instituciones para despejarme un poco.
En el transcurso observé como ya estaba oscureciendo aún así no me importo y salí al patio. Me dirigí hacía mi lugar favorito, donde no se encontraba nadie, pocas personas sabían de lo mucho que me gustaba venir aquí.
Me recoste y observé el cielo, era hermoso. Las estrellas eran magníficas. Siempre creí que mi madre era una de ellas, tan bella, cuidándome desde el cielo, o donde quiera que estuviera.
Un día desapareció, dejándome a cargo de mi padre y mi madrastra. No mantengo muchos recuerdos pues tenía solamente 5 años, era muy pequeña en ese entonces, pero eso no significa que no la extrañe o no la quiera, se muy bien que se fue por algún motivo, más mi padre jamas quiso hablar del tema; nunca entendí porque me ocultaba tantas cosas de ella, y lo que sucedió fue que me canse de rogarle que me explicara, dándome por rendida.

Sonreí al pensar en ella, acaricié el collar y parecía que desprendía una luz azulada mas fuerte cada vez, como si se mezclara con mis sentimientos o las cosas que suceden.

—No pensé que estarías aquí—me interrumpió alguien de mis pensamientos. Deje de recostarme y me senté.

—Jorge...—me detuve en seco al verle.—¿Qué haces aquí?.

—Quería tomar un poco de aire, y recordé cuando me mostraste este lugar, así que decidí venir—explicó más sin embargo hablaba extraño, de manera misteriosa.—¿Puedo sentarme a tu lado?—preguntó con tanta tranquilidad como si nada hubiese pasado entre nosotros, como si ambos fuésemos amigos o algo similar.

Sinceramente no quería quedarme a platicar con él, no es que llegará al grado de odiarlo pero no me parecía muy agradable la situación.

—Ya me iba no te preocupes—me levanté rápido.

—¡Laila esperate!—me gritó pero lo ignoré—¡He dicho que te esperes!—me tomó del brazo fuertemente.

—¡Sueltame!—intenté zafarme de su agarre pero era imposible.

—¿Estuviste jugando conmigo no? ¿Te pareció divertido?— noté como se intensificaba el enojo en su mirada.—Me hiciste esperar tanto tiempo, para que alguien llegará en un día y te haciera su novia, ¡así de facil!,¡No eres más que una zorra!.

—Jorge ¡cálmate por favor!—le pido pero él parece ignorarme, controlado por su furia, apretando con más fuerza mi brazo. Comencé a desesperarme así que con la mano que tenía libre le solté una cachetada. Eso lo sorprendió.

—¿Qué más te da si me conseguí a alguien más? Fuiste tú quien jodió la maldita relación, no tengo porque darte explicaciones de nada.

El permaneció unos segundos en silencio, como si realmente se viera afectado con mi comentario.

—¿Realmente tienes que ser tan cruel conmigo? ¡Estoy tratando de reparar las cosas!

—¿Crees que es posible? Después de todo el tiempo juntos no fuiste capaz de ser fiel y según tú me amabas,además aun sabiendo el daño que me causaste tienes el descaro de venir a reclamarme, no sé en qué momento te volviste esta mierda de persona...—me detuve un momento.—o quizá siempre fuiste así solo que fingías, pero ¿te digo una cosa? No necesito gente así en mi vida.

Pacto Con Un Demonio| EN EDICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora