Entrenamientos, elaboración de pociones y trato con la vida
Harry se despertó bruscamente, su respiración era áspera y apresurada. A pesar de que se quedó sentado, el sueño ya se estaba desvaneciendo de su mente. Tomando su varita de la mesita de noche, se aseguró de que fuera su extra antes de lanzar el hechizo. Aún no eran las cinco de la mañana. El solo recordar las palabras de Severus de ayer hizo que su estómago se revolviera y girara. ¿Qué tenía en mente el hombre? Él sabía, sin embargo, que nunca lo había lastimado. Bastante irónico, desde el año pasado, temía que se usara la Maldición Cruciatus en él. Pensó que quizás estaba más seguro con Vernon Dursley. Era realmente ridículo para él ahora. Han pasado tantas cosas. Mucho había cambiado desde entonces. Por una vez en su vida, Harry tenía confianza en sus propias habilidades, sentía que podría sobrevivir a los ataques de Voldemort. Levantarse, se vestía con ropa holgada, ya no tenía muchas, ahora que estaba siendo alimentado adecuadamente y con una dieta adecuada para él. El peso que había puesto era bueno para él. No se molestó en ducharse. No tenía sentido, ya que iba a correr. Cuando salió de la habitación y bajó las escaleras, se dio cuenta de que pronto tendría que comprar artículos de tocador. Se estaba agotando, después de estar en Hogwarts todo el año.
Corrió un rato antes de detenerse en los establos, nunca se había aventurado allí. Abrió la puerta con curiosidad, ignorando el sudor que lo empapaba a él y su ropa. Vio a los animales... ¿era eso un Abraxan? También conocido como Palominos, había leído sobre ellos en Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos. Eran mucho más grandes de lo que los recordaba. Siempre había tenido la impresión de que necesitaban un "manejado" firme. Se preguntaba si estos también bebían whisky de malta como los de Francia. Avanzando hacia el puesto, sonrió suavemente, colocando la palma de la mano hacia arriba para que el animal pudiera olfatear. Una vez que el animal determinó que Harry no era una amenaza, permitió que el adolescente lo acariciara. Sentir los músculos debajo del cabello era alucinante. Realmente eran fuertes y poderosos. Ciertamente, no tendría ninguna posibilidad contra uno de ellos.
—Eres hermosa, ¿no es así?— Murmuró Harry, acariciando al caballo con gran temor.
—Maestro Harry— dijo Rose, mirando y sonando sorprendida de verlo allí.
—Hola, Rose— dijo Harry, sonriéndole mientras seguía acariciando al animal ante él. —Pensé que estos animales necesitaban un manejo estricto?— le preguntó, volviéndose hacia ella. La curiosidad estaba escrita en sus relucientes ojos verdes. Sus pensamientos acerca de lo que podría suceder esta mañana casi habían desaparecido.
—Normalmente lo hacen, maestro Harry— estuvo de acuerdo Rose, magiqueando el desastre que había caído en el puesto durante la noche antes de colocar ropa de cama y heno frescos en sus lugares apropiados. Ella debe hacerlo mucho porque lo hizo con eficiencia y velocidad.
—¿Normalmente?— Harry preguntó mientras salía del camino, no queriendo interrumpir su trabajo. Harry nunca había visto a los elfos domésticos como esclavos, los respetaba a todos, incluso si a veces intentaban lastimarlo seriamente. No había duda de que le gustaba Dobby, se alegró de que el pequeño elfo se quedara con ellos. Había sido muy útil tenerlo cerca, especialmente en el Ministerio de Magia.
—El Maestro Severus la salvó— era todo lo que Rose diría sobre ese asunto.
—¿Es lo mismo para el resto?— Preguntó Harry, muy sorprendido.
—Sí, señor— dijo Rose mientras los alimentaba. No solo había Abraxans, sino caballos normales, Pegasi, Thestrals, Aethonon y un Hipogrifo. El establo era enorme, y había puestos libres disponibles, lo cual fue sorprendente, dada la cantidad de animales que actualmente se encuentran aquí. Sonrió al ver a una criatura tan pequeña lanzando hurones muertos a un hipogrifo. Todos estos animales eran extremadamente útiles, producían varios ingredientes de pociones, pero no podía imaginar a Severus manteniéndolos solo por esa razón.
