Pesadillas y lecciones
—Me traicionaste Severus— siseó Voldemort.
La imagen de Severus se mantuvo orgullosa y alta, sin vacilar ni una sola vez, sin mostrar miedo al monstruo ante él.
—¡Avada Kedavra!— Voldemort gruñó, su varita escupiendo la luz verde que acabaría con la vida de Severus.
—¡NO!— Harry gritó, su cuerpo levantándose de la cama, inconscientemente todavía agarrando al mago que amaba como padre. Temblando y respirando pesadamente, se estremeció de frío, estaba empapado de sudor. Tragando saliva, se acostó de nuevo, calmando su respiración. Esta no era la primera pesadilla que había tenido de que tal cosa sucediera. De hecho, se estaban volviendo más y más regulares. Al menos solo eran pesadillas normales, ya que sus escudos de Oclumancia eran completamente funcionales. Se limpió el sudor de la frente, tomó su varita y usó un hechizo para averiguar el momento. Eran las seis de la mañana, todavía demasiado temprano para que alguien se levantara.
No podía quedarse en esta cama. Estaba empapado con su sudor. Bajando las piernas de la cama, se puso los pies en sus zapatillas rojas. En silencio, se dirigió a su baúl y se quitó la ropa y los artículos de tocador. Como no iba a volver a dormir, bien podría ducharse. Eso significaría que no tendría que esperar hasta que todos los demás hubieran terminado, el único problema con compartir una torre con muchos de sus compañeros de clase.
Cerrando la puerta del dormitorio detrás de él, se dirigió a los puestos de ducha, poniendo su ropa en el banco en el medio. No había clases hoy. Era domingo, y por eso estaba sumamente agradecido. Al entrar, cerró la cortina y se puso la ducha. Ya estaba caliente, a diferencia de las duchas muggles que estaban frías durante unos segundos hasta que se calentaron. Su bolsa de aseo la colocó en el estante, lista para usar cuando quisiera. Su lanzamiento de hechizos no verbal venía muy bien. El único inconveniente real de su semana fue el hecho de que Stan Shunpike había sido arrestado. Harry tomó su champú mientras pensaba en ello, frotando sus largos mechones negros. No había manera de que el chico fuera un Mortífago, ¿Era así como iban a operar? ¿Arrestar a personas inocentes? A veces se preguntaba por qué quería ser parte del mundo mágico.
Las pruebas de Quidditch estaban programadas para hoy, y estuvo casi tentado de hacerlo. Aunque no quería darles la satisfacción, tanto quería presumir su nueva escoba. Harry realmente se parecía más a su madre de lo que le gustaba, cortándose la nariz a pesar de su rostro. Sin embargo, solo había mucho que alguien podía tomar antes de que se rompiera. Con alguien que se preocupaba por su vida, Harry estaba menos asustado por lo que pensaba la gente. Tener a alguien que lo cuidaba era una bendición, y estaba agradecido a Dumbledore por una cosa. Al tratar de hacerlo más miserable, le había dado lo que más deseaba: una familia.
Tuvo "detención" hoy con Severus. Nadie parecía darse cuenta de que algo estaba pasando. Todavía estaban bajo la suposición de que él y Severus se odiaban mutuamente... lo que supuso era el punto. Nunca haría nada para hacer que la posición de Severus como espía fuera más precaria de lo que ya era. Tuvo otra "lección" con Dumbledore en unos pocos días. Él no estaba esperando por eso en absoluto. Odiaba pasar tiempo con él ahora, hace unos años le habría perdonado cualquier cosa solo por un poco de atención de él. Parecía que realmente le importaba, pero Harry había sido tan tonto al pensar que sí. Dumbledore esperaba que muriera, él sabía que Harry era un Horrocrux y no estaba haciendo nada al respecto. Sin embargo, Severus estaba trabajando todo el tiempo, tratando de llegar a una poción para eliminarlo. Dumbledore estaba tan lejos de preocuparse como alguien podría obtenerlo, en opinión de Harry.
—¿Harry?— Neville llamó mientras entraba en el baño.
—¿Sí?— Pregunto Harry
—Pensé que eras tú; ¿no corres hoy?— comentó mientras se bañaba y se preparaba para el día.
