Capítulo 6

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¿Quién era él? Era una de las preguntas que estaban rondando dentro de mi cabeza ¿Acaso tiene algo que ver con aquel pasado que no recuerdo? A veces me desesperaba el no poder recordar, haber perdido parte de mi vida, y sentir que era algo importante. A pesar de que mis padres me habían dicho que el pasado no era algo relevante, que tenía que dejar de perder más tiempo pensando en lo que fue y que vivir el presente que me fue regalado, nada impidió que a veces me despertara llorando sin saber por qué o el sentir nostalgia cada vez que miraba ciertos lugares como la playa justo en el atardecer. ¿Tendrá que ver con que mis padres no tengan tanta confianza con las personas que se me acercan? Es que ya no había concordancia con lo que pasaba. Mi vida perdida no pudo ser tan rutinaria como me dicen que fue. Debió haber sucedido algo importante que me impulsó a terminar en coma en el hospital. Sabía que podían ocurrir accidentes por cualquier lado, pero si fue tan insignificante mi vida, entonces ¿Por qué me siento tan miserable por las noches?

Tenía muchas preguntas en la cabeza; pero todas se reducían a una sola.

¿Qué rayos pasó antes de aquel accidente?

Aquel ser que en aquel momento no reconocí, se encontraba triste y furioso. Se sentía un inútil. Lo último que vi antes de volver a caer dormida fue su rostro confundido, dentro de un debate imaginario entre sí mismo y su conciencia. Él quería decirme algo, pero se contenía.

Perdóname

Pero quiero aprender a tocarte y no sé

Tengo más miedo por ti que por mí, joder

Tengo que aprender a quererme y no a querer.

Me levanté con lágrimas en los ojos, pero no me acordaba de nada. Tenía algunas memorias de aquel sueño, pero eran muy cortas como imágenes del lugar y el chico. Me sentí vacía, sin rumbo. Algo me pasaba, de algo me estoy perdiendo y sé que me arrepentiré si no descubro porqué.

Ya pasaron varios días desde aquella noche. Hoy es mi despedida se podría decir. Me encuentro con mis mejores amigos en mi habitación, haciendo algo así como una pijamada. Ocurrió de la nada. De pronto sonó el timbre de mi casa y eran ellos con muchos bocadillos y unas cuántas películas.

— ¿Qué hacen ustedes aquí...— les pregunté al ver sus caras, pero solo sonrieron, cómplices — y a las once de la noche?

— Venimos en son de paz a invadir tu casa — habló Sebas, adentrándose sin permiso mientras yo lo miraba incrédula.

— No te preocupes, a Hitler lo tengo en la palma de mi mano — lo siguió Nathy pasando su mano sobre la otra al reverso y anverso.

— Ya; pero mis padres están durmiendo así que caleta nomás — le advertí ayudándole con las cosas. Me convencieron con los dulces.

Subimos a mi habitación silenciosamente y al entrar nos encontramos con Sebas que ya se había acomodado sobre una colcha en el suelo.

— ¿Tanto se demoran, flojas? — nos fastidió.

Si tu amigo no te fastidia por cualquier cosa, pues no es tu amigo.

— Lo que pasa es que maduramos y queríamos aprovechar para acabar con los alfajores — le contesté riéndome de la cara que había puesto.

— ¿No me dejaron ni uno? — dijo poniendo su cara de perrito bebé.

— Ni una migaja — contestó Nathy, sentándose en el sofá mientras yo sacaba la caja vacía.

— ¡Qué malas! Y yo que les iba a aconsejar con sus problemas románticos — se quejó cruzándose de brazos.

— ¿Problemas románticos? — me di la vuelta toda confundida dejando de sacar los bocaditos.

Predestinados Y No PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora