Capítulo 7

12 1 0
                                    

Presente.

Me encontraba recogiendo mi maleta minutos después de haber llegado a España. Fue un largo viaje. No podía quitarme de la cabeza esos ojos violeta, ni el sentir de sus labios contra los míos. Inconscientemente, pasé mis dedos por mi labio inferior, haciendo que suelte mi maleta y caiga sobre mi pie.

— Auch — salté del dolor, chocando con alguien y cayendo sobre la maleta y chancándome la cabeza.

Respira, respira.

— No pasa nada, aún sigo viva — dije tratando de tranquilizarme.

La persona con la que choqué se fue corriendo lo más apurado posible, dejándome tirada en el suelo. Me levanté de malas tratando de no caerme de nuevo y seguí mi camino con mi maleta en mano y salí del aeropuerto.

Mi vida ha vuelto a su curso. Cumpliré mis sueños como lo tenía pensado y recuperaré mis recuerdos en el camino sin ningún esfuerzo.

La vida puede ser muy laberintosa a veces; pero hay que ser valiente y avanzar sin miedo a no poder regresar. Si no avanzas, nunca llegarás a la salida. En cambio, si avanzas, puede que no puedas regresar; pero puedes quedarte con la experiencia y tumbar una pared. Siempre hay una salida; sin tener la necesidad de retroceder.

Cruzaba la pista con toda la paz que tenía. Había en esa pista muchas personas cruzando también. En eso, veo un rostro conocido viniendo hacia mí. Me acerco cada vez más y la imagen que tenía se puso más nítida.

— ¿Álvaro? — pregunté acercándome a él para que me viera.

Él estaba con unos jeans y un polo blanco que marcaba su figura. Estaba observando su reloj cuando levantó la cabeza. Sus ojos resplandecían como zafiros con el sol.

— ¿Lorena? — preguntó él mirando a mi lado.

¿Quién es Lorena?

Giré lo suficiente para ver a la chica de la que él hablaba. Estaba vestida con un bello vestido color rojo hasta la mitad de sus muslos y una joyería preciosa y, por lo visto cara, al igual que sus tacones. Cuando se acercó la reconocí. Era mi hermana. Nunca llegamos a tener una relación muy unida, cada una vivía su propia vida. Era muy hermosa. Sus rasgos eran curiosos, orientales, y su cabello era tan oscuro como la noche.

— ¿Adrián? — dijo la que estaba a mi costado mirando a un adrián sorprendido.

Él venía vestido con unos pantalones de color beige y una camisa celeste con un estampado creativo. Pasaba su mano por su cabello castaño cuando llegó con nosotros.

— ¿Qué hacen todos aquí? — dijo Adrián viéndonos a todos.

Todos nos observamos uno a uno sin comprender lo que sucedía.

Álvaro me dijo que iba a venir, así que no es una sorpresa; pero Lorena no me había comentado nada de su llegada.

— Yo voy a estudiar aquí — contesté para deshacer el silencio incómodo.

—Yo también — dijo Adrián sin quitarme los ojos de encima al igual que Lorena y Álvaro.

¿Qué les ocurre?

— Yo, también —indicó Lorena y todos la observamos. Su mirada siempre fue sería, siempre pensé que era así porque ella era mayor que yo por casi 2 años.

Se cruzó de brazos creando un muro entre las dos como siempre hacía.

— Esto se volvió muy incómodo — comentó Adrián serio y algo incrédulo — Por favor, dime que no me seguiste hasta aquí — continuó con cierta confianza

Predestinados Y No PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora