Capítulo 9

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La sonrisa que se dibujó en el rostro de mi amiga hizo prender todas mis alarmas y ponerme en acción.

— Mmm, nosotras ya nos íbamos — la agarré del brazo y la jalé hasta algún lugar, pero lejos de él. Su mirada no se despegaba de nosotras y yo no dejaba de avanzar.

Volteé para ver si seguía viéndonos; y sí, nos estaba viendo.

¿A qué hora piensa dejarnos de observar? ¡Esta fingida despedida no va a salir victoriosa si no deja de observarnos! Y yo no confiaba en que mi amiga se quedara callada por más tiempo.

— ¡Espera! — gritó Nathy y se dio la vuelta.

Cerré los ojos y maldecí por lo bajo, volteando a ver lo que mi amiga tenía que decir y esperar que no fuera nada que ver conmigo.

— ¿Tienes auto? — le preguntó con esa sonrisa maliciosa que da tanto miedo.

Él asintió sonriente, pobre inocente. Se nota que no conoce a mi amiga.

— ¿Y si nos llevas? — abrí los ojos bien grandes del asombro— Aunque nuestra casa no está muy lejos, es muy tarde como para que unas chicas lindas e indefensas se vayan solas a su casa en estas calles tan peligrosas. ¿No lo crees?

Estuve a punto de ir hasta ella y preguntarle si estaba loca o qué; pero eso ya lo sé.

— Vamos— asintió, sonriendo y me resigné a que mi amiga no se va a detener hasta verme de novia.

Nos acercamos a él y él nos indicó donde estaba su auto. Avanzamos juntos hasta que lo encontramos en el pequeño estacionamiento, nos abrió la puerta como todo caballero y nos subimos con un simple "gracias".

Mi amiga no dejaba de mirarme emocionadísima, a lo que yo contestaba con una sonrisa tímida. Me dediqué a mirar la ventana y me negaba a voltear un centímetro y ver aquel rostro que me estaba volviendo loca de remate, la razón por la que no había querido encontrarme de nuevo con su sonrisa cara a cara. Sus ojos me miraban brillantes a través del espejo retrovisor y no sabía por qué. Quizá era mi imaginación aquel cruce de miradas que tuvimos a través de él; pero, sinceramente, no quería que fuera así. Anhelaba con todo mi ser experimentar esto que estoy empezando a sentir por primera vez, sin importar el qué dirán o el miedo que me empieza a subir por todo el cuerpo cada vez que pienso en el qué sería si me atreviera a dar ese paso. En mi poder se encontraba el dejarle las puertas abiertas, sin ningún seguro, haciéndome insegura, dudando si sería capaz de poder manejar todo esto. Este titubeante sentimiento sin ser identificado como real o falso, sin tener la seguridad de que valiera la pena arriesgar mi tranquilidad o mi corazón. Pero nada en este mundo está escrito. Me veo a mi misma con aquella vida imperfectamente perfecta sonriéndole a la cámara cuya foto veré con lágrimas en los ojos en algún álbum algún día especial. Pero como una cobarde me quedo pensando, solo imaginando el mañana que no sé si vendrá porque de mí, un paso hacia él, no saldrá o no creo ser tan valiente y eso no me enorgullece.

Me había quedado dormida en el auto durante el trayecto completamente inmersa en mis pensamientos que ni si quiera supe como llegué a mi habitación. Por mi mente se cruzó la posibilidad de que aquella persona me haya cargado hasta él y un rubor pintó mis mejillas por un segundo, seguido de vergüenza y un golpe suave en mi cabeza en un intento de despertarme de fantasilandia.

Hoy va a ser un día largo, muy largo — me dije a mi misma antes de levantarme de la cama.

Todo había pasado normalmente. Me alisté lo más rápido posible, aunque no pude desayunar más que solo una taza de avena, y me fui a la universidad junto a Nathy en taxi, ya que ninguna de las dos tenía su coche todavía. Ingresamos a las justas para la ceremonia de apertura y todo parecía apuntar a que sería un día tranquilo y eso esperaba; pero siempre tiene que pasar algo que arruine esa tranquilidad para hacerte sufrir un poco o talvez darte entretenimiento.

Predestinados Y No PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora