— ¿Yo... — trataba de armar mi pregunta — te... — la verdad no tenía ni una idea —...gusto? — dije lo primero que se me ocurrió para rápidamente arrepentirme por la estupidez que había salido de mi boca.
Giré la cabeza y cerré los ojos en un gesto de vergüenza.
¿Pero qué rayos tenía en la cabeza, ah? Mongola, mongola, mongola ¿Por qué dijiste eso? ¿Acaso no pudiste pensar en otra cosa? ¿Dónde está tu creatividad? ¿Se fue por la borda al ver esa cara hermosa? ¿Acaso él es mi debilidad? ¿Tiene mi corazón preso?
¡Madre Tierra, este es el momento donde se supone que me debes tragar!
— Paso la pregunta — ni bien lo escuché volteé para observarlo. Estaba tranquilo mirando el mar, mientras que yo lo miraba con cara de ofendida; es decir, al menos pudo contestar algo ¿no?, rechazarme cordialmente o aceptarme amorosamente como pasa en las telenovelas. Digo, me esforcé para decirlo, aunque no quería. No en este momento.
— No vale — no aguanté decir.
Él se rio.
¿Había dicho que tiene una sonrisa muy linda? ¿No? Pues ahora lo saben.
— Tú pusiste las reglas — me miró un poco burlón y por laguna razón misteriosa (nótese el sarcasmo, por favor, no creo poder ser más sarcástica en mi vida) presenciarlo no me daba molestia alguna.
Una de las razones por las que creo en Dios es que solo un ser divino puede crear tal perfección. Que evolución ni que nada, ¿casualidad esta perfección? Pff, no lo creo.
Al no poder molestarme con esa carita le sonreí un poco avergonzada e incómoda y le indiqué con la cabeza que era su turno.
— ¿Te puedo preguntar cualquier cosa, no? — volteó a verme y cruzamos miradas, al comienzo estaba muy nerviosa, pero después de unos segundos me sentía tranquila y segura. Después de todo, él no era como los otros chicos. Asentí con la cabeza y solté una sonrisa al no poder aguantarla — Entonces, ¿yo te gusto?
Boté todo el aire que tenía en la boca sin creerme lo que me acaba de preguntar. Me quedé estática, peor que una estatua pensando en qué podía decir. ¿Y si le digo que sí, que me ha gustado desde el día de la fiesta? No, mejor no, va a parecer que estoy desesperada cuando no es así, simplemente se me escapó esa pregunta incómoda; pero si le digo que no, se va a dar cuenta de que le estoy mintiendo debido a que soy pésima mintiendo. Finalmente me rendí, no se me ocurrían ideas.
— Paso la pregunta — me puse de pie con Kisso y me encaminé de vuelta al carro.
Pude escuchar su risa y supe que me estaba siguiendo, le correspondí la sonrisa y ahí quedó todo. Nadie volvió a sacar el tema en el transcurso a mi casa. Solo hablamos de cosas triviales como comida favorita, color favorito, hobby, momentos vergonzosos, ideales, etc.
Cuando llegamos a mi departamento, Nathy nos estaba acosando desde la ventana. Sé que la amo, pero es más chismosa, bueno, por algo está estudiando Ciencias de la comunicación. Aunque ahora que recuerdo, no solo es chismosa, también es sobreprotectora sobretodo conmigo que nunca he tenido enamorado. No cuenta si no lo recuerdo.
Después de unos segundos cruzamos miradas y me saludó con la mano. La saludé también correspondiéndole pero rápidamente salió de mi vista. Oh no. Seguro estaba bajando las escaleras para venir a dejar su discurso como siempre o tenía algo planeado. Qué bueno que la conozco demasiado.
— Gracias por todo, me divertí y Kisso también, adiós — me despedí lo más rápido que me permitía mi lengua y salí del auto con la esperanza de que Nathy no haya llegado todavía; pero ahí estaba ella.
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Predestinados Y No Predestinados
Teen FictionValeria- Me hubiese gustado nunca haberte hecho daño; pero por más que te amé, no pude separarme de él. Sé que tal vez no entiendas lo que trato de decir, pero de verdad te amé, sí lo hice. Pero, primero lo amé a él y ahora está sufriendo horribleme...