《O1》

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Era una noche fría de sábado , especificamente las 8:40, y yo no salía de mi taller por nada en el mundo. Al siguiente día tendría una importante exposición de artes, donde reunían a los mejores artistas de la región en un mismo lugar y se hacían recaudaciones para ayudar a los jóvenes interesados y que desearían vivir de su pasión. Yo era uno de esos jóvenes.

Ya hace casi un mes me hicieron un pedido interesante: un cuatro de un paisaje de gran tamaño. Me pagarían mucho dinero por él, y, gracias al cielo, la compradora me permitió utilizar este cuadro para presentarlo mañana.

Llevaba gran parte del dibujo hecha, me faltaba un poco más de la mitad, así que me organicé y coloqué horarios. Y como soy muy malo organizando, me pareció una buena idea pasar toda la tarde y noche del sábado terminando el dibujo, un día antes de cuando lo tuviera que entregar.

Bien, teniendo en cuenta mi pésima forma de calcular horarios, ahora imaginen lo desastroso que sería que justamente el viernes olvidara poner la alarma, y por mis dificultades para dormir de noche termine sin despertar a la hora que debía.

Oh, que coincidencia, es exactamente lo que me pasó.

Desperté hoy a las 16:40, casi las putas cinco de la tarde, por el ruido de mis gatos arañando la puerta de mi habitación y maullando pidiendo comida. Al escuchar en mi sueño ligero como mis mascotas reclamaban alimento un interruptor de maternidad gatuna se encendió y me sacó de la cama de un salto.

Abrí la puerta exaltado y allí estaban, nueve de mis gatos sentados mirándome fijo, con los ojos abiertos y la cola moviéndose lenta y coordinadamente. Estaban todos los que debía alimentar a la mañana, mediodía, y ahora, tarde.

Bufé y pasé mi mano por mi cabello, llevándolo hacia atrás en frustración. No se que era peor, el haberme levantado terriblemente tarde, tener nueve gatos reclamando y resfregándose contra mis piernas, el frío que hacía en mi apartamento al no prender el calefactor, estar muriendo de hambre o modificar mis horarios de comida y sueño.

No, nada de eso, porque lo peor era pensar en el poco tiempo que tenía para terminar el cuadro. Ese pensamiento me consumía la cabeza sin parar en esos momentos.

Siguiendo con mi día, lo primero que hice al despertar fue llenar los platitos con diseños lindos de mis mascotas, porque ellos no me dejarían asearme si no los alimentaba primero. Luego tuve la oportunidad de pasar al baño y estar poco tiempo de lo normal en la bañera. Mi corazón estaba agitado en todo momento, mi mente molestaba con todas las angustias de que no terminaría el cuadro y necesitaba hacerlo todo rápido.

En el "almuerzo" fue igual, no masticaba lo suficiente al tragar, casi me ahogo con la pasta unas cuantas veces y me dio un ataque de tos por mi propia saliva.

Mientras limpiaba torpemente los platos en un intento de ser rápido recordé el día. Siempre marcaba en el calendario junto a la puerta los días de limpieza, así que me acerqué y deseé que no fueran los sábados.

Y adivinen, si son los sábados de limpieza.

¿Cómo pude haber olvidado eso? Ni me percaté de ello cuando decidí terminar mi trabajo ese día. Aunque esta última semana si que estuve muy olvidadizo. Olvidaba bañarme, a veces comer, si mis gatos no me reclamaran también olvidaría alimentarlos. Comprar comida, limpiar, dejaba algo en algún lugar y al rato ya no sabía donde lo dejé, e incluso olvidaba cerrar la puerta con llave antes de dormir.

Por eso no me sorprendía el hecho de olvidarme que debía limpiar mi casa.

Supongo que fue la presión y el nerviosismo por la presentación que tendría, ya que era la primera vez que me invitan y el pensamiento de querer dar la mejor impresión ese día me hacía mal, aunque fuera inevitable.

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