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Era un ambiente agradable pero no completamente cómodo para mi gusto, había demasiadas personas al rededor y sentía que más de una podría reconocerme. Y eso me daba miedo, porque aunque la casa de mis padres estuviera al otro lado de la ciudad bastante lejos de esta zona, este evento era perfecto para acumular personas de todas partes.

Dejando de lado aquello, y prefiriendo distraerme antes que pensar demasiado, podía admitir que esto era divertido. Siempre me interesó mucho lo relacionado al marketing, y por más que esto sea algo muy simple como vender cuadros, no quitaba el hecho que podía utilizar mi "talento" para lograr convencer a los clientes que compren.

¿Talento? Dirán, pero no es como si lo fuera, creo. Mi hermana llamaba así a la capacidad que tenía para conseguir que las personas sintieran que estaban haciendo la mejor compra de su vida. No lo sé, ¿piensan que podría nombrar a eso como uno?

Lo que si podía asegurar es que los cuadros de MinHo eran una buena mercancía, y que a su lado, admitiéndolo con pena, me estoy esforzando más en ofrecer sus obras. No solo por el dinero que pueda recaudar, tal vez también para impresionar lo un poco.

Sólo un poco.

Y para aclarar, no estaba celoso, ese tipo me dio mala espina y nada más, no mal interpreten las cosas.

Ignorando ese tema, la gente ahora estaba un poco más dispersa. En el escenario del lugar habían pasado diferentes números de baile y canto, y llegó un momento en que comenzaron a presentar diversos artistas que subían y hablaban sobre la "obra maestra", como le decían. Supongo que eso era el gran cuadro que yo mismo había terminado de secar antes de venir.

Me parece bonito que los organizadores den ese pequeño espacio para cada artista invitado a expresarte y mostrar a los demás su trabajo allá arriba.

Entre mis manos tomaba uno de los cuadros y lo observaba con detenimiento. Se trataba de una imagen que cualquiera podría contemplar si mirara hacia arriba. Un cielo celeste algo oscuro, probablemente por el anochecer, con nubes blancas por todos lados y una estrella chiquita, sutil y brillante en medio de este. Parecía expresar todo pero a la vez nada, y me gustaba mucho.

Levanté la vista ante un 'disculpe', teniendo al otro lado de la mesa a una pareja que preguntó por las obras que se encontraban al frente. Dejé el que observanba atrás de todos, ocultándolo, y me dispuse a atender a los dos jóvenes. MinHo me pidió si podía quedarme a cargo del puesto mientras él se paseaba un poco por el lugar, a lo que acepté, no era difícil encargarse de esto.

Al terminar los aplausos se escucharo e imité a la multitud, guardando el dinero y golpeando constantemente mis palmas entre sí. Cuando éstas cesaron me detuve y noté a lo lejos la figura de MinHo correr hacia nuestro estante. O sea, el suyo.

—Estoy bastante sorprendido —escuché la voz tranquila de mi compañero que se encontraba colocando algunos precios a la mercancía que quedaba, que casi llegaba a ser la mitad de la que habíamos traído —, has logrado vender bastantes en poco tiempo, y dejaron muchas propinas en el frasco. —agregó fascinado, viendo con una sonrisita tímida algunas obras que pasaban a estar en sus manos.

¿En qué pensará ahora? ¿Qué pasa por su cabeza? Me da tanta curiosidad.

- Me alegra mucho que a la gente le interesen mis cuadros.

Entonces es eso. Seguramente, esta contento de recibir apoyo hacia su trabajo y dedicación, por medio del interés y la compra.

Las pinturas de MinHo eran interesantes, y algunas hasta extrañas. Fuera de uno que otro gato dando vuelta entre los marcos, algunos de ellos expresaban mil cosas. Los colores y su combinación también eran un factor resaltante y único. Los simples eran simples, y los complejos de verdad que hacían ver el detalle; incluso pude ver algunas obras con texturas incluidas, y eso si que debía llevar tiempo.

Definitivamente tenía talento y una carrera por delante.

Recibimos una botella de agua fresca, una de jugo, un sándwich empaquetado y una manzana, que miembros del staff se encontraban repartiendo. Les agradecí por lo bajo cuando me lo entregaron a mí, estaban bastante atentos y agradecía. Todo estaba siendo muy organizado por lo que pude observar.

Con mi compañero nos turnamos para atender el stand, uno comía y el otro vendía. Sentado con el mayor dándome la espalda, estaba más atento a sus movimientos y palabras que a mi técnicamente desayuno. A pesar de notar fluidez y de vez en cuando algunas confusiones en su habla, el detalle de su dedo índice moviéndose con continuidad cada que su mano se encontraba fuera de vista, no se me escapaba. Después de todo, estaba nervioso.

Luego de comer y refrescarnos un poco, continuamos con nuestro trabajo. Los silencios comenzaron a ser menos propensos entre nosotros, y esto no fue obra del momento, simplemente creí que hablarle a Lee podía ayudar a esfumar los nervios. Quería que se divirtiera un poco más y se soltara, así que a propósito eliminé los silencios, aunque tampoco se me hacía muy bueno eso de hablar. Por lo menos lo grabamos reír una que otra vez.

Al cabo de, podría decirse, veinte minutos, mis ojos se posaron en una elegante joven en tacones. Traía colgado en su cuello esa especie de cartel que indicaba que pertenecía al evento, pero no era un simple miembro del staff que repartía botellas de agua, porque la libreta y pluma en mano delataba esto.

Aparté la mirada y la muchacha ya se encontraba frente a nuestro puesto.

—¿Lee MinHo? —preguntó y el nombrado lo miró con una mirada curiosa. Era adorable, aunque solo lo viese de reojo— Es tu turno, trae tu obra y sube al escenario. —comunicó y regaló una leve y amable sonrisa, anotando algo en sus papeles y despidiéndose, desapareciendo entre la multitud.

Entonces un suspiro temblorosos se escapó de los labios de MinHo. Al notarlo, solo pude sentir sus nervios crecer y crecer. Sus manos atraparon la tela que cubría la mesa y sus ojos se mantenían en un punto fijo del suelo, con las pupilas moviéndose ligeramente de un lado al otro.

Sin pensar más, apoyé mi mano en su hombro y conectó sus orbes cafés con las míos. Mis labios se estiraron y con las comisuras elevadas, regalé una sonrisa con la intención de expresar seguridad y aliento. No hicieron falta palabras para expresarlo, bastó con una mirada y una sonrisa para sentir bajo mi tacto la tensión en el cuerpo del mayor desaparecer.

Cuando él estaba en el escenario no pegué mis ojos sobre su persona, tan solo me dispuse a escuchar sus palabras y, tal vez un par de veces, darle una rápido miradita.

Y me perdí en sus palabras, bonitas y sinceras, mientras otro pedido era concebido por mis manos que entregaban y tomaban el dinero.

«Esta es mi obra. Llevo bastante tiempo trabajando en ella, el tamaño y los detalles fueron un verdadero reto, cumplido hace poco, siendo sincero. Aunque lo más complicado fue terminarlo, pienso que si lo miras detenidamente, puedes notar el esfuerzo que puse en él y...»

Explicó su inspiración y el contexto del cuadro. El repentino cambio de un MinHo tieso y muriendo de nervios, a uno completamente suelto, nadando en palabras que describían casi poéticamente su trayecto con esa pintura, era increíble.

«Por más que me haya hecho pasar bajo una nube de presión, le tengo cariño. Porque han sucedido muchas cosas interesantes entre las pinceladas a esta obra, y que tal vez no habrían ocurrido si no fuera por el estrés»

Y esas palabras provocaron una sonrisa inconsciente en mi rostro perdido.

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