El piso estaba caliente. Jadis caminaba lentamente hacia la cocina, donde estaban su padre y su madrastra. Los pensamientos invadían su turbada mente. Voces la convencían de hacer lo correcto, y otras de hacer lo que deseara. Pero ya había tomado una decisión. Su mano apretaba esa daga, tan fuerte que su sangre brotaba en forma de un pequeño hilo.
Su respiración se cortaba de a ratos y el mareo se hacía cada vez más fuerte. Pero a la mujer le gustaba ese sentimiento. Era como una droga. Sabía que no era lo correcto y aun así decidía hacerlo.
- Vaya, vaya, creí que no aparecerías más por aquí. – dijo Astra en tono burlón.
- Hija, creo que debemos hablar.
- No hay nada que hablar. Te has corrompido. Desde que esta arpía entró a nuestras vidas no has hecho más que tratarnos como esclavas. – replicó Jadis. - Además, me he enterado de tus apuestas. Eres tan patético y miserable que has gastado todo nuestro dinero y has jugado con las pertenencias de Madre.
- No seas dramática. Todas las familias pasan por estas situaciones, además son cosas de adultos. – dijo su madrastra.
- Tú no eres mi familia. Eres una maldita perra insignificante que se ha entrometido en la vida de personas que no te necesitaban. Así que cierra la boca. - Dijo enojada la mujer con la daga tras su espalda.
Marcus abrazó a su hija.
- Debes tranquilizarte. Superaremos esto, como quería tu madre.
- No metas a Madre en esto. Tú nos has mentido. No quiero saber más nada de ti. – dijo su hija enojada.
Marcus se dio la vuelta y se dirigió a la mesa para seguir con la cena.
- Como ha dicho, debemos superar...
Astra quedó horrorizada. Su terror se podía ver en cada facción de su cara. No podía creer lo que estaba viendo.
Jadís había apuñalado a su padre por la espalda. El cuchillo de piedra había sido enterrado tan fuerte que la punta salió por el pecho del hombre. La sangre brotaba como un arroyo. La hija estaba empapada de la sangre de su padre. Su propia sangre.
YOU ARE READING
Las Crónicas de Narnia - La Joven Reina
Hayran KurguEn el misterioso reino de Charn, dos jóvenes crecían entre la maldad y odio de los habitantes. Las Futuras reinas tenían la misión de restaurar los buenos valores en su tierra, influenciadas por su madre. El rencor y el odio emergen desde lo profun...