Capítulo Cuarto: Abandonado

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No sabía qué hacer, me sentía sólo, hambriento, no tenía amigos y qué decir de la familia, en ese momento de soledad recordaba las deliciosas comidas que hacía mi madre... y mi padre premiando sus obras maestras, no tenía nada ni mucho menos rumbo de vida, suspiré y sin más ni menos me adentré meditabundo aún más en el bosque, en mi andar deducí una cabaña abandonada que la cual a penas se sostenía, sin pensarlo dos veces me refugié en ella ya que era más confortable dormir bajo un techo ahuecado que a la intemperie, esa noche no pegué un ojo, mi cabeza no paraba de generar ideas sobre el rumbo que iba a tomar mi vida, el segundo día de mi historia lo comencé  con un mal genio ya que no pude solucionar sólo una pregunta la cual solo era hallarle un rumbo a mi vida, al salir de la infernal cabaña distraído tropiezo con una caja la cual pateo con gran vehemencia hacia un árbol, de la caja ya rota sale una cadena de un material plateado y una perla brillante, de ella también salió una nota antiquísima que decía,

"Siete deseos con siete lágrimas y siete fortunas con siete desgracias "


No le presté mucha a atención a lo que decía esa advertencia, simplemente la desdeñé y me colgué la cadena en mi cuello, continúe con mi camino a un rumbo que desconocía sólo continuaba caminado con la esperanza de encontrar alguna cosa que me fuese útil para mi comienzo, en mi trayectoria se despierta en mi barriga un monstruo el cual habitaba allí.

● ¡Dios que hambre! Que no desearía yo por comer uno de los deliciosos manjares que se hacían en mi época.

Mientras más caminaba más se apretaba mi barriga, de repente sentí un agradable olor a pan recién horneado y una música extraña que en la cual no entendía absolutamente nada, me acerqué aún más al barullo y me di cuenta que celebraban una fiesta a la que me invitaron después que me vieron husmeando, en ella me ofrecieron comida y una extraña bebida, la casa era completamente diferente, no tenía similitud a las casas de mis tiempo, al terminar mi comida me despedí de esas personas, de allí salí atolondrado, efectos de la bebida y la bulliciosa música, no obstante a el pequeño Lucas de la calle dos no pudo aguantar un minuto más, su madre lo abrazó con una fuerza tan grande como para nunca soltarlo, la madre se despidió con un puñal el corazón que sólo cesará el dolor cuando descanse para siempre.

Continúe mi andar que por cierto fue tedioso ya que fue un largo camino al llegar a lo que las personas llamaban civilización, quedé estupefacto con las vueltas que la vida dio en un siglo, los altos edificios las hermosas calles y los agigantados puentes, lo que me llevó al delirio fue admirar una torre que a mi juicio jamás pensé que existiría,

Continúe mi andar que por cierto fue tedioso ya que fue un largo camino al llegar a lo que las personas llamaban civilización, quedé estupefacto con las vueltas que la vida dio en un siglo, los altos edificios las hermosas calles y los agigantados...

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Las personas miraban mi figura y señalaban con cara de jueces a punto de clavarme una condena, no resistí a los ojos injuriosos de las personas y decidí regresar al sitio de donde salí, en el camino de vuelta me venía reprochando mi cobardía al no poder continuar caminando hacia adelante.

● ¡Padre! Se mi guía en esta travesía, si continúo así al paso que llevo no durare una semana. Cuanto no desearía poder tener al menos un poco de dinero para por lo menos comenzar.

Al instante comenzó a caer una lluvia que no tenía para cuando acabar gracias que ya podía visualizar la gruta de en donde nací. Adentrándome a ella pude encender un candelabro que apenas ofrecía luz, inspeccioné el sitio y me percaté que había una carta a mi nombre, con un salto de felicidad abrí mi carta,

● ¿Será de mi padre?

Hijo, discúlpame por haberte complicado la vida de tal manera, si te sirve de consuelo la fría y desalmada  muerte se encargó de cobrar mis errores, pero de mi no es de quien quiero hablar, en esta carta te dejo las indicaciones exactas de una pequeña fortuna que con ella podrás comenzar tu nueva vida.

Se feliz, tu padre.

Aliviado decidí descansar, estaba agotado de mi largo andar, al despertar busque en donde mi padre me indicó y para mi suerte allí estaba la fortuna, la adherí a un morral y volví a salir de ese sitio. De repente a mis oídos abatió un fuerte chillido de una pequeña niña que lloraba suplicante por la ayuda de alguna persona para salvar la irremediable vida de suki madre ahogada, la gentuza a su alrededor cargaban a la pequeña que la cual llevaba impregnada la mirada de su madre, no podía creer como una lluvia podría traer semejante desgracia a la vida de esa pequeña, estaba feliz ya que había cumplido las instrucciones de mi padre, traía con migo la fortuna y a la chica desconocida del rio que en la cual en cuestiones de segundos me tomó por sorpresa, tan así que casi me hace dormir por otro siglo,

● Engendro del demonio, ¿Tu?

Le pregunté ya que me dejaba intrigado su aparición.

○ Me dirijo a una aventura a la que ni yo misma se.

Respondió la alocada muchacha.

○ Pues ya somos dos, anda no te separes de mí, es muy tarde y no sé qué te podría pasar en este pequeño pueblo.

Respondí alegre ya que me sentía extremadamente bien con ella. Rápidamente me vino a mi mente una pregunta que la cual me sentía obligado hacer,

● ¿Cómo te llamas?

○ Pues Elisa - respondió sonriente.

Pasada ya cuatro tediosas horas Elisa decide parar a descansar ya que se encontraba exhausta por el andar.

● Buscaré un poco de leña para prender una fogata - le comunico muy entusiasmado.

○ Yo por mi parte estaré buscando frutas para comer.

Al regreso de buscar la leña Elisa estaba ya de vuelta con una inmensa cantidad de frutas, por mi parte me puse en función de la fogata. Hablamos un montón, yo sólo adoraba su hermosa figura y deliraba al ver su rostro.

○ Creo que debemos dormir - propuso Elisa

● Si es lo mejor, mañana nos espera un largo andar - asentí con mi cabeza.

En unas horas más tarde a Elisa le urge la necesidad biológica que le ocurre a las mujeres mayormente en la noche. Se despierta y al terminar siente curiosidad por inspeccionar el morral que llevaba con migo, al abrirlo sus ojos brillaron, no se podía creer lo que sus ojos admiraban, la ladronzuela acto seguido toma el morral y desapareció en la noche sigilosamente. Al día siguiente despierto muy entusiasta, no podía pedir más nada, tenía con migo el regalo de mi padre y a una hermosa acompañante, para mi desdicha no encontré a ninguna de las dos cosas con migo, no aparecía Elisa ni mucho menos el morral, rápidamente entendí lo que ocurría, me había robado, en cuestiones de segundo entré en un estado de cólera dando paso a mi vida un sentimiento maligno al cual ni yo mismo pude poner nombre.

● Desearía olvidar todo para ahorrarme dicho dolor de cabeza. Cuanto no daría por ver a Elisa rogando como una vagabunda a mis pies, porque me rogará ya que seré tan rico que podré comprar hasta el mismísimo demonio. ¡Lo juro!

Continuará....

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