031 ~ ϙᴜᴇʜᴀᴄᴇʀᴇs

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Cambio de edades.
Aristóteles: 25 años.
Cuauhtémoc: 24 años.

Ubicación: Ciudad de México.

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La perilla de la puerta giró haciendo que ésta se abriera al ser empujada por el pie de Aristóteles, quién entraba con su marido cargado en brazos por primera vez a su nuevo hogar. Cuauhtémoc dejaba besos en la mejilla de Aristóteles mientras se sostenía al rodear el cuello de su esposo con sus brazos. Entraron a la casa y el rizado dejó a su amado en el sofá, sentándose junto a él.

­—¡Por fin! —gritó emocionado Cuauhtémoc mientras abrazaba a su esposo por el cuello— ¡Estamos casados y vivimos juntos!

—Muy emocionante, ¿cierto, Tahi? —preguntó para después besar a Temo.

­—Demasiado —rio—, no puedo creer que después de tanto, logramos llegar hasta este punto.

Los dos se miraban con ternura, estaban realmente felices de ahora estar felizmente casados y mantendrían la promesa de estar juntos toda la vida.

—¿Recuerdas como Papancho nos gritó "Chiflando y aplaudiendo" a mitad de nuestro primer beso como esposos? —rio Aristóteles.

—Yo aún sigo creyendo que esto es un sueño, no puedo creer que un día de picnic, cuando éramos jóvenes, nos imaginamos nuestra boda ¡y terminó siendo de la misma manera en que imaginamos!

—Lo sé, es como magia.

—La magia la vivo todos los días al estar contigo, mi amor.

Después de una pequeña sesión de besos en el sofá, Cuauhtémoc se levantó del sillón y tomó la mano de su esposo para dar un recorrido por la nueva casa. Habían comprado ya varios muebles, pero llegarían más tarde, por lo que optaron empezar a pensar donde acomodarían cada cosa. La casa solamente tenía un sofá en la parte que se suponía era la sala, una mesa de madera en el espacio más arrinconado donde era el comedor, un fregadero al lado para la cocina y una base para cama en uno de los cuartos del segundo piso. Además de los lavamanos simples que estaban en los dos baños de la casa junto a los inodoros, más una regadera en el baño de la planta alta.

Decidieron empezar desde el piso de arriba, al subir las escaleras se encontraron con un gran espacio donde era la estancia.

—Aquí podríamos poner cojines y puffs para cuando los niños quieran venir a sus reuniones de Unidos —rio Temo.

—Me parece una magnífica idea, Temístocles. Podemos conseguir una gran alfombra de colores para que se vea más lindo.

Cuauhtémoc besó la mejilla de Aristóteles y vieron las tres puertas que estaban en la estancia, se dirigieron a la primera y notaron que era el baño.

—Podríamos pintarlo de azul celeste, aquí ponemos un espejo grande para venir a hacer nuestra higiene —rio—, y ponemos los jaboncitos que viste de olor a frutitas que tanto te gustaron, amor.

—Me encanta la idea, Ari. Pero ahora vamos a mi parte favorita; el cuarto.

—Uy, ¿y se puede saber por qué es tu favorita? —preguntó tomando de la cintura a Temo mirándolo con una sonrisa pícara.

—No lo sé —se encogió de hombros—, ya deberías saberlo —sonrió.

Caminaron hacia la segunda puerta, que daba a un gran espacio que sería la habitación. Ahí se encontraba la base para una cama matrimonial y en un espacio extra había unas puertas de madera.

Simplemente Aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora