✨ 𝑬𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝟓𝟎𝑲 ✨ •Aristemo

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—Yo llevo la canasta y tú el mantel, ¿va?

—Estarías llevando casi todo, Ari —rio.

—¿Y? Yo no quiero que mi novio se agote.

Temo volvió a reír y tomó la manta blanca con cuadros rojos que estaba doblada sobre la mesa de madera, Aristóteles tomó la canasta y ambos salieron de la cabaña que se encontraba en el bello bosque.

Blanca les había prestado la cabaña donde ella y sus hermanas solían pasar tiempo juntas, esa misma cabaña que Blanca usó para refugiarse cuando escapó porque necesitaba encontrarse con ella misma, esa misma cabaña donde el vinculo cariñoso entre Blanca y Julieta creció... Sí, esa misma cabaña donde Blanca se dio a respetar como mujer y regresó más feliz y decidida que nunca.

—Fue un muy bonito gesto el de tu tía dejarnos quedar aquí por las vacaciones de semana santa —dijo Temo mientras cerraba la puerta del lugar.

—Sí que lo fue —rio—, ¿recuerdas cuando le pedimos permiso a nuestros padres?

Temo soltó una carcajada. —Creo que la reacción más graciosa fue la de mi Papancho.

—No, si de reacciones hablamos, la mejor fue la de mi tía cuando le pedí la cabaña.

Cuando Aristóteles y Cuauhtémoc empezaron a planear lo que harían en la vacaciones, se les ocurrió hacer un viaje, pero Ari tuvo la mejor idea y fue cuando le pidió a Blanca la cabaña. Al principio, Blanca lo tomó como un chiste, pero cuando el rizado le explicó que era en serio, la mayor empezó a negarse, diciendo que era muy peligroso que dos chicos estuvieran tan solos en un lugar lejano sin señal para comunicarse, sus expresiones eran demasiado exageradas y elevaba las manos mientras levantada la voz. Al final, terminó aceptando, con la condición de que alguien los acompañara.

—Fue una gran idea elegir a Julieta y Robert para acompañarnos.

—Sí, lastima que tuvieron que quedarse en la cabaña cuidando a Blanquita por su temperatura y no pudieron acompañarnos al picnic.

—Por suerte tu primo es doctor, Ari —rio.

Cuando Blanca y los Oppas habían aceptado cada quien las propuestas que les había hecho Ari, éste fue a avisarle a su novio, quien se emocionó demasiado de pasar las dos semanas libres de escuela junto a su chico rizado en una cabaña de las afueras de la ciudad.

El problema parecía empezar cuando tuvieron que pedir los permisos a sus padres. Pancho se negó velozmente, sus razones eran las mismas que doña Blanca, pero en ellas se sumaba el motivo de que estando solos en un lugar sin supervisión, pues... las hormonas.

Después de explicarle a Pancho sobre que Julieta y Robert iban a acompañarlos, los tres adultos tuvieron una plática donde dejaron tranquilo a Pancho sobre el tema. Al Pancho haber aceptado, fue más fácil convencer a Polita, pues si su consuegro aceptaba era porque era seguro.

—Aquí parece ser un buen lugar, ¿no crees? —preguntó Temo.

—Si a ti te parece bien, por mí está perfecto —se acercó a besar su mejilla.

Temo empezó a extender la manta y Ari dejó la canasta con comida sobre ella para que no saliera volando, pues a pesar de que el clima estuviera perfecto para la ocasión, había momentos en que pequeñas brisas de aire los hacían estremecer.

—¿Trajiste los desechables? —preguntó Temo mientras se sentaba con las piernas cruzadas en la manta.

—¡Chin! —Ari tronó los dedos y cerró los ojos apretándolos al recordar que los cubiertos de plástico se habían quedado sobre la mesa.

Simplemente Aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora