003 ~ ᴍɪᴍᴏs

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Aristóteles entró a la habitación de su novio, éste último se encontraba sentado en su cama leyendo un libro, el cual cerró al notar la presencia de su amado.

—Pancho me dejó entrar —dijo a la par que dejaba su mochila en el suelo para acercarse a su novio y dejarle un corto beso en los labios.

—¿Cómo te fue?

El rizado había tenido que ir a una sesión en Cklass saliendo de clases, por lo que no regresó junto a Temo al edificio.

—Estoy muy cansado —soltó un bufido y se acomodó entre las piernas del contrario, aferrándose a su pierna derecha y dejando reposar su cabeza en el estómago de Temo—. Hazme mimos.

Acto seguido, Aristóteles tomó la mano de Cuahutémoc para ponerla sobre su cabeza y cerró los ojos. Temo comenzó a hacerle piojito y notó como en la cara del rizado se formaba una sonrisa, y así pasaron por varios minutos.

El más chico miraba con detenimiento cada facción de su novio, notaba sus pestañas perfectamente curvas, sus cejas un poco despeinadas y sus labios rosados ligeramente abiertos. La respiración de Aristóteles iba muy lenta, se notaba más tranquilo y en paz, se había quedado dormido, Cuauhtémoc paró de hacerle mimos y se acercó a depositar un beso en la frente del rizado. Se dejó caer, con cuidado de no crear tanto movimiento, al respaldo de la cama y soltó una sonrisa, y en poco tiempo él también quedó dormido tomado de la mano de su amado.

Simplemente Aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora