7. Cervezas e insultos

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Capítulo dedicado a IsabellaCordova08

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Capítulo dedicado a IsabellaCordova08


Tampoco acudí a la cita con Carla.

Ocurrió lo siguiente: mi jefa se puso extremadamente furiosa porque la había dejado plantada el día anterior, cuando por fin íbamos a limar asperezas. Básicamente me llamó de perro para arriba y yo no iba a intentar calmarla, estaba muy pero que muy enfadada. Y cuando se iba a acabar mi turno, me dijo que me quedara, que había muchos clientes y que tenía que quedarme a ayudar un par de horas más. Y sí que es verdad que había mucha gente ese día. Los estudiantes habían acabado el curso, pero todavía no se habían ido de vacaciones, con lo cual estaban todos en el Starbucks (vale, sí, lo confieso finalmente, trabajaba en un Starbucks). Tenía muchas ganas de irme para ir a la cita con Carla, pero mi jefa estaba tan furiosa que cuando empecé a protestarle me puso una cara de odio increíble. Así que me callé y me quedé.

Fue muy frustrante, yo tenía que estar con Carla tomando algo y no atendiendo clientes estúpidos. Estaba súper desconcentrado porque tenía la cabeza en eso, cometí un montón de fallos y rompí algunas tazas, también. Hubo un momento que miré hacia fuera de la tienda y me pareció ver a una chica morena de pelo largo, a la sombra de los árboles y mirando hacia dentro de la tienda. Salí a recoger cosas de las mesas para verla más de cerca, pero cuando salí a recoger la terraza, sólo la vi alejarse.

Cuando por fin mi jefa me dejó marchar corrí adonde habíamos quedado, pero no había nadie. Obviamente. Llegaba dos horas tarde.

—¡Joder, joder, joder!

Odiaba a mi jefa. Todo por culpa suya. Me senté en la terraza y me puse a esperarla. No quería irme a casa. A ver si quería ir a tomar lo que no habíamos tomado el día anterior. Pero no dejaba de odiarla. Quizás el destino quería que hiciera las cosas en orden, primero con quien había quedado primero y después con quien había quedado después. Y me quería desahogar con ella, me había fastidiado la cita, y quería emborracharme con ella y gritarle lo mala que era, o bien meterla en mi cama. Necesitaba desahogo de cualquier tipo. Y le contaría todas las verdades. Ya me daba igual tener con ella confianza o no, quería soltarle toda mi vida y mis problemas.

—¿Nos tomamos algo? —le pregunté cuando salió, sin más.

Le cogió la pregunta por sorpresa, pues tardó en contestar.

—Mmm bueno, sólo porque estoy cansada y no quiero discutir. Vamos.

Una vez en el bar, comenzamos.

—Eres una idiota.

Estaba cabreado, muy cabreado. Ella se preparó para la pelea y me miró fijamente:

—¿Por qué?

—Porque tenía una cita y me la has destrozado.

—¿Con una niña? Mejor que no hayas ido, te he salvado de ir a la cárcel por pederasta.

Amor a primer baristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora