15. Segunda avalancha

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Capítulo dedicado a Casanova_Valeria

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Capítulo dedicado a Casanova_Valeria


—No ha funcionado, tío. No me fío de tus métodos.

—Es que los has aplicado mal. ¿Cómo se te ocurre decirle mis frases de ejemplo así, sin venir a cuento?

—Es lo que me dijiste, nano.

—¡No! Yo te estaba explicando la teoría pero no me quisiste escuchar, sólo querías saber las frases mágicas para decir y eso no funciona así.

—Entonces, ¿qué, necesito comprarte toda una serie de sesiones para que me enseñes paso a paso? Porque no soy muy bueno aprendiendo.

—Ya lo he visto, ya.

—¡A callar y a trabajar! —gritó nuestra jefa desde el almacén, donde continuaba haciendo el inventario. Se tiraba días haciendo eso.

Pero no nos dio tiempo ni a seguir hablando ni a trabajar.

Otra vez una avalancha humana.

Una increíble cantidad de adolescentes (chicas) entraron en tromba en el establecimiento, gritando y corriendo. Los clientes que había se asustaron y se pusieron en pie. No me costó encontrar a Carla entre las primeras que entraron. Se dirigió directamente hacia el cuarto de baño, como hizo la primera vez, pero estaba ocupado y no pudo abrir. Al poco entró la chica que más gritaba: Pamela, o supuse que era ella. La otra vez no había podido fijarme mucho en ella. Pelo rizado, largo y negro. Cara de muy pocos amigos. Más alta y robusta que mi chica.

—¡No te escondas, perra!

Estaba gritándole a Carla y desde luego no tenía muy buenas intenciones con ella. No pensé; actué. Corrí y me puse en medio de las dos cuando Pamela ya levantaba su puño en el aire.

—¡Ya está bien! —dije—. Ésta es la segunda vez que vienes a molestar a mi trabajo. Pírate de aquí pero ya, loca.

—Y me vas a parar tú, ¿y cuántos más?

Tenía muchas ganas de darle dos guantazos a esa niñata, pero me contuve. Mi jefa vino por mi costado y me dijo:

—Víctor, yo me encargo. Vuelve a tu trabajo.

—No. Déjamelo a mí. Las conozco.

—¿Es eso tus refuerzos? —dijo Pamela. Carla estaba pegada a mi espalda—. ¿Una mujer?

—Como tú. Pero no. Dime qué problema tienes con Carla y entonces tendrás ese mismo problema conmigo.

—¿Por qué iba a decírtelo? ¿A ti qué te importa?

Un centenar de ojos nos miraban. Sólo pasó un segundo. Y ni siquiera pensé durante ese segundo.

—Porque soy su novio —dije.

Hubo un murmullo general, veía de reojo que mi jefa me miraba fijamente. Noté la mano de Carla tocar mi espalda. Más allá, Paco contemplaba la escena medio escondido por la máquina de café.

—¿De verdad? —preguntó Pamela.

—Sí —contesté.

—¡Sí! —repitió Carla a mi espalda.

—No me lo creo. Esa zorra ha estado zorreando con mi Charly.

—¡Eso no te lo crees ni tú! —gritó Carla desde detrás de mí—. ¡Es Charly el que me ha estado tirando la caña todo el curso, para que te enteres! Yo sólo intentaba que me dejara en paz, pero es imposible. ¡Debes de tenerlo muy agobiado para que se busque a otras!

—Cállate, zorra. Tú, como te llames, demuéstrame que eres el novio de Carla y me iré.

No tenía por qué hacerlo. De verdad que no. Pero si eso solucionaba el problema, ¿por qué no? Me giré y miré a Carla a los ojos.

—¿Somos novios? —me susurró de manera que sólo yo la oía.

—Eso parece —le contesté en el mismo tono de voz, sonriendo.

—Eso parece, no. ¿Sí o no?

—Vale, venga, sí. —Se me quedó mirando insatisfecha. Todos seguían mirándonos—. Sí, lo somos. —Sonrió. Ahora sí estaba satisfecha.

La agarré de las mejillas y la besé en los labios durante un buen rato.

Disfruté de mi momento de fama.


Pues nada, ya son pareja. Ya lo han dicho. ¿Qué creéis que va a ocurrir a continuación? XD Sigue leyendo en el siguiente capítulo, vota y comenta si te gusta :) Yo lo agradezco.


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Amor a primer baristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora