18. ¿Y ahora qué?

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Me la jugué.

Lo hice.

Esperé en el portal al lado del instituto. Muchas cosas podían salir mal. Carla era la única persona que había conseguido hacerme actuar así. Es verdad que soy una persona bastante despreocupada, pero no hasta el extremo de jugármela de verdad.

Esperé y esperé...

Por suerte, Carla pasó sola. La agarré de la muñeca y tiré de ella hacia el interior del portal. Ella se asustó pero cuando vio que era yo sonrió de oreja a oreja.

-¿Qué haces? ¿Estás loco? Mis padres van a venir enseguida a la esquina a recogerme.

-Ya lo sé...

-¿Entonces?

-Entonces... sólo espero que no te hayas creído nada de mi mensaje por whatsapp.

-¿Cómo? ¿Entonces no estabas cortando conmigo de verdad? -me miraba con unos ojos que me derretían.

-No... sólo quería dejar constancia por escrito por si leían nuestros mensajes.

-¿Pueden hacer eso?

-No sé. Por si acaso.

La tenía agarrada por la cintura. Ella me rodeaba el cuello con sus brazos. Sólo me apetecía besarla. De hecho lo hice y disfrutamos durante varios minutos. No podía separarme de ella, simplemente no podía... Al final fue ella la que me empujó suavemente, mirándome con una sonrisa enamorada.

-Te daría un guantazo ahora mismo por tu mensaje -dijo-. De verdad que me apetece. ¿Tú sabes lo que me has hecho pasar?

-Sí. Y lo siento. Si quieres dámelo, me lo merezco.

-No. No quiero.

Me dio varios besos por la mejilla y el cuello, y volvió a separarse.

-Entonces, ¿seguimos juntos? ¿Esperarás a noviembre, cuando cumpla dieciséis? Ahí nuestra relación ya no será delito.

-Esperaré.

-Pero tendremos que ser discretos y no vernos.

-No. No me da la gana. Te veré cuando quiera.

-Sí, hombre, y que te metan en la cárcel.

-Pensaremos algo, no te preocupes.

Nos besamos durante un largo rato, y de nuevo ella me separó con su mano en mi pecho.

-Oye... -dijo.

-Dime.

-Te dije algo por whatsapp que no me contestaste.

-¿El qué?

-No te hagas el loco. Lo sabes de sobra.

-Quizás. Pero a lo mejor quiero que me lo digas otra vez.

-¿Sí? Vale. -Se miró brevemente los zapatos y después volvió a mirarme a los ojos-. Te quiero.

La verdad es que me costó trabajo responderle. Y no porque no sintiera aquellas palabras como mías. Sino porque jamás las había pronunciado.

-Y yo a ti.

Ella me sonrió pero no parecía satisfecha.

-Pero no lo digas así. Di "te quiero".

Eso me costó aún más. Responder a un "te quiero" es más fácil que decirlo directamente.

-De acuerdo... Carla, te quiero.

Fue entonces, justo entonces, cuando dos figuras de la calle se acercaron a nosotros. Esa calva en él, esos aros en ella; los reconocí al momento. Y nos vieron.


En fin, hasta yo tengo ganas de llorar :'(

¿Qué me decís? Se acerca el final, el de verdad. ¿Acabará bien o mal...?


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Amor a primer baristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora