8. Vaso dedicado

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Capítulo dedicado a Cxmruiz

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Capítulo dedicado a Cxmruiz


Carla volvió a aparecer por la tienda a una hora en que no me lo esperaba.

La tienda estaba vacía, eran las nueve de la mañana. Yo estaba solo en la barra. Y entró ella sola. Estábamos los dos solos.

Me dio un vuelco el corazón. Me miraba más seria de lo normal, ella solía ser más sonriente.

—Un frapuchino de chocolate sin sirope de chocolate encima de la nata —dijo sin más.

—Vale, como siempre. ¿Y una cookie caliente?

—No, eso no.

Me puse a hacerle el frapuchino. Sonaba la música jazz. Me sentía raro. Cuando me volví hacia ella para hablarle ella dijo:

—Me dejaste plantada...

—No fue culpa mía, fue mi jefa que me hizo quedarme. Y como no tenía tu whatsapp no podía avisarte...

—Ya me lo imaginé, te vi trabajando. Ya te vale.

No parecía convencida, obviamente quería una disculpa.

—Mira, Carla, quedamos hoy. Y esta vez aunque me atropelle un camión iré.

—No puedo, me voy todo el día a las rebajas. Me está esperando mi madre.

—Bueno, pues dame tu whatsapp y te aviso cuando pueda quedar.

Saqué el móvil del bolsillo aunque obviamente estaba prohibido hacerlo en la barra.

—Mmm vale, aunque a lo mejor yo tampoco puedo quedar.

—Venga, si habéis acabado el curso, no tenéis nada que hacer. El que trabaja soy yo. Y yo creo que merece la pena que hagamos un esfuerzo para vernos, te aseguro que te vas a divertir conmigo.

—Te lo tienes un poco creidito, ¿no?

—Nooo... Además, ¿prefieres que sea el típico tío que no tiene confianza en sí mismo?

—No, no.

—Ah, pues.

Pese a que era seguro con mis palabras, por dentro era todo ansiedad. Y era muy raro, porque con otras chicas no me pasaba. Me alegré de poder controlar mis nervios y que no viera lo que provocaba en mí.

Aunque juro que me temblaban las manos mientras apuntaba su número en mi móvil.

Luego terminé su frapuchino. Me paré en seco. Se me ocurrió algo. Cogí el boli y apunté en su vaso: "La tienda será tu refugio, pero yo quiero escaparme de ella contigo". Ella obviamente vio que estaba escribiendo algo en el vaso, y en cuanto se lo di lo leyó. Se puso roja. Me dijo sonriendo:

—No puedes escaparte, estás trabajando.

—Bueno, si es por ti igual lo hago.

—Te despedirían.

—¿Y qué me importa a mí eso si me escapo contigo para vivir aventuras?

No supo qué añadir. Miró hacia abajo sin que se le fuera la sonrisa y me pagó.

—¡Hasta luego, Víctor! —dijo mientras trotaba hacia la puerta, con prisa. Efectivamente vi que su madre la esperaba allá fuera.

La tienda volvió a quedarse tranquila. No pude concentrarme el resto de la mañana. Rompí dos tazas más.


Dejadme vuestras impresiones, toda opinión es bienvenida. ¿Crees que Víctor es un engreído o una persona segura de sí misma? XD


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Amor a primer baristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora