Mai Marionnatte

462 75 25
                                    

Yo había conocido a Bonnie en el evento de primavera, ya casi sería mi turno pero se había roto el cintillo de mi vestido por lo que estaba muy preocupada. Entre todo el caos me había chocado con un chico pelimorado que al parecer había notado mi malestar, luego de varias preguntas le expliqué todo y él, sin dudar, me llevó de vuelta hasta el camerino. 

—¿Te gusta el morado?— me preguntó sin más Bonnie, sonreí ante lo espontáneo que era y asentí. Mi vestido era en su mayoría blanco y tenía algunos detalles plateados como el cintillo, en cambio mis sandalias de plataforma eran de un morado oscuro. 

Bonnie había sacado de su propia camisa el moño morado y lo deshizo para atarlo en mi cintillo tapando con ello los hilos cortados. 

Ahí descubrí que todavía quedaban personas que ayudaban a otras sin dudar ni esperar algo a cambio.

Y ahora estaba completamente sola en la sala, sentada en un sofá individual con la carta entre mis manos, dudosa. No podía entenderlo, no quería, no quería pensar en que esa carta era lo que creía. Simplemente no podía serlo, no debía. 

Sin más me armé de coraje y abrí el sobre sacando la carta, tenía una caligrafía perfecta hecha con tinta negra que al instante reconocí que era hecha por Bonnie. 

"Mi querida amiga Mai, hace un largo tiempo que no tenemos una de nuestras famosas tardes de cocina, ¿no crees? ¡He quedado encantado con tu pudín! Lástima que ya no lo podré probar más. 

Posiblemente ahora estés muy confundida, y lo entiendo, pero quiero que no hagas lo mismo de siempre, no pienses en "si yo hubiese..." porque no, no habrías podido hacer nada y eso está bien; no puedes ni debes encargarte de todos los problemas. 

Mai, eres una chica excelente, tú y tu hermano han sufrido mucho, lo único que te pido es que seas feliz. Te quiero, sigue siendo tan divertida y misteriosa; sigue encantando gente con tu espléndida personalidad. Y recuerda que, dónde sea que esté, le pediré a los espíritus que cuiden de ustedes dos.

Pd: Haces muy bonita pareja con Maggie, las apruebo. ;)"

Cuando terminé de leer fui consciente de las lágrimas que caían por mis mejillas, me acomodé y apretujé la carta contra mi pecho. 

—¿Ya la leíste? 

Miré en dirección a la cocina, en la puerta estaba mi hermano con un papel en su mano; la carta. Él también lloraba, ya tenía puesta su pijama de dormir y estaba descalzo. 

—Lo extrañaré— aseguré mirándole a los ojos, él simplemente se acercó y sentó en la mesa ratona frente a mí. 

—Lo sé, y yo también lo haré, mucho. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La despedidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora