Capítulo 2: Mi amado Sol

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Mi móvil vibró en el bolsillo de mis vaqueros, supuse quién era y no dejaría de mandarme mensajes hasta que le respondiera. Resignado desbloquee el celular y confirmé que era mi fastidioso hermano.

" Hey, hermanito ¿Cómo vas?"

"¿Ya te bajaste del avión?"

"¡¿ME ESTAS IGNORANDO MALDITO?!"

"SA-SU-K-E"

"S-I- N-O R-E-S-P-O-N-D-E-S A-H-O-R-A...."

Suspiré. Itachi se volvió demasiado sobreprotector desde que se enteró que nuestros padres fallecieron y que yo estuve en un orfanato.

"Itachi, estoy bien así que déjame tranquilo. Te llamaré en cuanto llegue al departamento" -Envié el mensaje. Recibiendo un Ok con un corazón.

Miré por la ventana del bus, pequeñas gotas se deslizaban por el cristal. A lo lejos, podía divisar que poco a poco nos acercábamos a la ciudad. A mi ciudad natal.

Me llevé una mano al pecho y apreté con fuerza el pequeño cristal que protegía a mi más valioso tesoro; diminutas flores blancas unidas en un perfecto círculo.

Lo único que he deseado desde que lo dejé atrás por cosas del destino, fue volver a observar esos bellos ojos color cielo, su piel morena, sus curiosas marcas de nacimiento en sus mejillas, su dorado cabello y su sonrisa....su hermosa sonrisa. Naruto. Todo mi ser anhelaba ver a Naruto. Lo encontraría sin importar qué. Cumpliría la promesa que hicimos ese día, cuando nos juramos amor eterno.

Todos estos años he soñado con el día en que pueda tenerlo entre mis brazos, besarlo y nunca dejarlo ir. Pero, no podía, no hasta hoy. Con Itachi pasamos por una muy mala situación económica por lo que tuvimos que irnos a vivir, al otro extremo de Japón, dónde Deidara un "amigo" de él nos acogió. Me gradué rápidamente y estudié para ser maestro, con tan sólo 19 años me titulé. Por fin, hoy pude ser libre y tan pronto como me dijeron que debía hacer la práctica en mi ciudad natal, tomé mis cosas y me vine.

Localicé la parada donde debía bajarme, agarré mi maleta y bajé. Miré hacia el humilde departamento que solía ser mi hogar, cuando mis padres seguían vivos. Apreté el botón del ascensor y se abrieron las puertas. Marqué el número 10 y esperé.

Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta. Todo estaba oscuro, pero podía sentir el polvo en el aire. Suspiré. Ordené mis cosas, limpié un poco y me fui a dormir. Mañana sería un día muy ajetreado.

.....

Los rayos de sol se colaban por las delgadas cortinas haciendo que me despertara. Mi habitación seguía siendo la misma. Un armario de madera, con mis pertenencias de ahora, un pequeño velador con una pequeña lámpara y una alfombra azul oscuro.

Una sensación de nostalgia me invadió al recordar los viejos recuerdos que viví allí. Extrañaba a mis padres. Y sé que Itachi también y que sigue sintiendo mucho remordimiento y dolor al pensar que la última vez que vio a nuestros padres fue cuando se marchó de la casa después de una gran discusión. Es por eso mismo, que no quiso volver a vivir ahí después de que me recogió del orfanato, prefirió quebrarse la espalda trabajando para poder tener un hogar en otra ciudad.

Suspiré, debía prepararme para mi "gran día".

Me levanté y me dirigí al baño, era bastante amplio, una tina blanca en la que fácilmente cabían 2 personas, un grande espejo en la pared, un inodoro y lavamanos blancos. Giré la llave del agua caliente y me metí.

Ya listo, me coloqué un abrigo largo negro, una bufanda roja y abrí la puerta que cerré una vez que salí por ella.

Tomé un taxi hacia la escuela en dónde debía realizar mi práctica profesional, una secretaria de cabello morado me guió al despacho del director. Era un anciano llamado Sarutobi, amablemente me explicó todo lo que debía saber y a continuación hizo un gesto con la mano para que se acercara un hombre de cabellos plateados blancos y una banda que le cubría la mitad de su cara, su nombre era Kakashi. El cual sería mi supervisor.

Entrelazados por la suerte (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora