II. Stupid little boy.

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John se unió al trío de hombres y ayudó en todo lo que pudo cuando llegaron a Valentine, ahí compraron las cosas suficientes para merendar y claro un petate para el más pequeño.

No se quedaron mucho tiempo en el pueblo, simplemente se marcharon y escogieron un lugar un poco escondido entre los árboles.

El encargado del fuego fue Dutch ya que se marchó a buscar un poco de leña y Hosea sólo se quedó a esperar por él sentado en un viejo tronco sacando de sus bolsillos un pequeño libro.
El pelinegro menor le observó unos segundos y después se quedó viendo sus desgastadas botas justo donde Arthur le había bajado del caballo.
No sabía qué hacer, mucho menos que decir, pero dejó en su rostro el mismo semblante de molestia porque no veía motivo alguno de mostrar felicidad.

— Oye. —

Le llamó el rubio que apenas había bajado del caballo pero no se alejó, tomó de la bolsa un cepillo de duras cerdas y comenzó a pasarlo por el cuello del gran animal con cuidado.

— ¿Sabés montar?—

John se giró para sólo mover su cabeza en negación, pues él no recuerda tener un caballo en la familia para que le enseñaran, ni siquiera recuerda tener un padre.

— Eso es tan lamentable, te enseñaré. Claro.. Primero me robe un caballo.—

El pelinegro resopló y se alejó yendo a una zona donde podía observar un gran valle y montañas, estaban en una colina no muy alta pero si lo suficiente para observar el panorama que tenían.
Nunca había ido a ese lugar, y juró ver correr a unos ciervos.
Abrió los ojos con asombro y sonrió.

Se sentó y trató de buscar atento algún movimiento en la lejanía, trataba de ver algún otro animal o incluso un águila cazando, amaba hacer eso, no veía el porque no hacerlo ahora que tenía el tiempo.
Cuando vivía solo en una vieja cabaña añoraba hacer eso pero el pasaba casi todo el día haciendo trabajos para un señor en una haciendo para apenas recibir unos centavos y comprar la mitad de una barra de chocolate o un caramelo de mantequilla, era lo único para lo que alcanzaba, y claro tenía que robar para comer, tenía que agradecer al señor por los centavos, este jamás le daría un durazno.
Era eso o nada, nadie tendría el corazón tan lleno de dicha como para apiadarse de un sucio huérfano.
Claro, excepto Dutch.

Y así pasaron los días, y los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses.
El cuarteto ahora estaba cerca de Black Water, tenían armado ya el campamento y tiempo libre, tenían dinero además de comida así que era buen momento para instruir a los más jóvenes.

— Arthur. —

Dutch estaba sentado junto a la fogata teniendo a John de compañía, pero necesitaba saber dónde estaba el rubio así que comenzó a llamarle, el de cabellos largos estaba en silencio mirando fijamente el fuego sin mucho que hacer además de soltar vagos suspiros haciéndole saber al mayor que estaba aburrido, es por eso que Dutch llamaba a Morgan.

— Arthur.—

Gritó esta vez, pero no hubo respuesta.

— ¡Arthur! Maldición, hijo. ¿Dónde estás?—

Volvió a gritar con molestia.

— Demonios, Dutch. Está haciendo sus necesidades. ¿Puedes dejarme dormir?

Hosea le reprendió ésta vez, pero sólo obtuvo en respuesta un rodar vago de ojos.
Estaba a punto de decirle algo más cuando Arthur apareció guardando su revolver en la funda.

— Hijo, ya sé que estás disparándole a las latas. No seas egoísta y llévate a John contigo.—

Arthur no entendió bien, sólo le miró con confusión, se supone que John aún no sabe disparar eso no sería divertido para una competencia. Le ganaría, es obvio.

I have a plan, John. [Arthur x John]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora