UN CONSEJO

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NARRA PIPER

Larry me acababa de servir el tercer café de la mañana cuando Alex volvió a aparecer por la planta. De la misma forma que se había ido, solo que esa vez, había bloqueado ya su iPhone. Por encima de la pantalla de mi computadora observé como se quitaba la chaqueta, dejando ver la sobaquera donde guardaba la pistola. Una camiseta negra de manga corta y estrecha dejaba marcar perfectamente lo que yo estaba viendo en ese momento. Alex era irreal, era toda una diosa... Era  sencillamente perfecta.

Regresé a mi pantalla antes de que ella se girara para acercarse a nosotros. Paso firme y decidido, donde fuese, andaba así.

- ¿Y bien?

- Me han dado las imágenes – asintió Larry levantándose hasta ponerse a su lado – Las tienes en tu bandeja ya.

- ¿Cómo que en mi bandeja?

- Si, en la computadora – explicó Larry señalando su mesa.

- ¿Pero has encontrado algo?

- Em... Las imágenes – dudó Larry.

- En ellas – insistió Alex – Larry, ¿has mirado las imágenes o solo las has conseguido?

- Las he conseguido.

- Pues ponte a mirarlas ¡Ya! – ordenó para después mirarme a mí - ¿Su vida?

- Nada destacable. La universidad me ha dado su expediente pero no hay nada, solo que le estaba costando sacar su carrera. En cuanto a ella, tenía unos padres senegaleses que murieron cuando Andrea cumplió diez años. Su custodia pasó a manos de su hermano mayor, Jacob Suárez.

- ¿Y ya le has localizado?

- No...

- ¿Y qué esperas?

- Pensaba que querrías hacerlo tú...

- ¿Yo?

Asentí esperando la bronca del siglo. Sin embargo, no llegó ni la bronca ni un mísero grito. Alex nos miró a ambos, pero Larry estaba ya mirando atento a su computadora. Entonces elevó ambas cejas y se mordió el labio inferior.

- Ok, chicos. Dejen todo unos segundos, vamos a tomarnos cinco minutos los tres. ¿Dónde hay café?

- Allí.

- Pues vamos allí y que cada uno se tome uno.

Larry y yo nos miramos sorprendidos, pero en cuanto vi como ella iba hacia donde le habíamos indicado, comprendí que no era ninguna broma. Nos levantamos en seguida, con las tazas de café en la mano y fuimos hacia donde Alex ya estaba preparándose el suyo. Tan solo un minuto después, se sentó frente a nosotros.

ꟷ Conozco los métodos de trabajo del inspector – confesó agarrando la taza con ambas manos – Y tengo que decirles que no las comparto.

- ¿A qué te refieres?

- Siento ser yo la que les abra los ojos, pero no están trabajando así. He leído sus expedientes y no hay nada que me haya llamado la atención – de pronto me miró – Aunque tú eres joven aún. El inspector los manda que busquen las pruebas, pero luego no les permite participar en el caso. Hacen el trabajo sucio y pesado, porque no les tiene en cuenta para nada...

Alex siguió hablando de algo que yo ya sabía. Para Joe, yo no servía de nada. A mí no me dijo nada nuevo lo que la inspectora estaba desvelando, yo era plenamente consciente de eso, pero tampoco podía hacer nada. Era mi superior, tenía que aguantar como fuera.

- A lo que voy es que conmigo no es así. Yo quiero que participen, que busquen pruebas y que si tienen una idea, la sigan hasta el final. Aunque crean que están perdiendo el tiempo, quiero que lo hagan. Tres cerebros piensan mejor que uno, y seis ojos ven mejor que dos. ¿Entienden lo que quiero decir?

Miradas de deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora