NARRA ALEX
Cuando abrí los ojos, Piper no estaba acostada. Miré el reloj de mi móvil viendo que eran las seis y media de la mañana, lo que me sorprendió bastante. Escuché ruido en la cocina, así que eso significaba que estaba despierta. Me levanté tras comprobar que no tenía ningún mensaje, me puse las bragas y una camiseta.
Piper estaba leyendo apoyada en la encimera, con una taza en mano y el libro en la otra. Morder la manzana de Leticia Dolera. Con el pijama puesto y el pelo desaliñado. No puedo explicar, de verdad, lo hermosa que estaba recién levantada.
- Hola.
- Hola – me sonrió dejando el libro a un lado – Tienes café hecho.
- Gracias – le di un beso - ¿Estás bien?
- Sí, ¿por qué?
- Verte despierta tan temprano
- Cuando estoy en medio de un caso tan importante, suelo dormir poco. Supongo que la adrenalina.
Le hubiese dicho que realmente no era un caso importante, pero tampoco quería verme tan egocéntrica. Para Piper lo era, y ver su ilusión por trabajar en las pruebas; implicaba que lo fuera.
Me serví el café con ella dándome besos en la mejilla y abrazándome por la cintura. El cosquilleo que sentí fue tan jodidamente diferente al que sentía por las noches, que solo pude dejarme llevar.
- Así que ahora resulta que lees.
- Me gusta desconectarme, ¿tú no lo haces?
- Yo tengo Netflix – contesté apoyándome en la encimera - ¿Cuenta?
- Supongo que sí – asintió sonriendo – Aunque te diría que leyeras un poco más.
- De pequeña lo hacía mucho. Creo que ahora entre coche, aviones y trenes, duermo más de lo que debería leer.
- Bueno, pero se te perdona también. ¿Se te hace duro?
- ¿Lo de viajar? – asintió – A veces Pero se supone que hago lo que me gusta, así que no me quejo.
- Tienes derecho a quejarte – dijo dándole un sorbo al café - ¿Qué es lo que más te cuesta?
- ¿Te soy honesta? – volvió a asentir – Las noches.
- ¿Por qué?
- Porque nadie me llama. Mi madre siempre espera a que yo pueda hacerlo. Así que literalmente todas las noches, me acuesto sola Porque estoy sola.
- Te refieres a que no tienes a nadie.
- No. Recibo muchas llamadas al cabo del día, pero todas por trabajo. Absolutamente nadie me llama para preguntarme qué tal, cómo estoy o cómo me fue el día - tragué saliva – Creo que eso es lo que peor llevo.
- Bueno, a partir de ahora te llamaré todos los días
No supe que contestar a eso. Porque Piper me miró con esos ojos que me hacían sentir tan pequeña a su lado y esa sonrisa que me derretía en cuestión de segundos.
La hubiera abrazado, la hubiera besado, incluso le hubiera dicho que se quedara conmigo. Pero yo, simplemente, no podía.
Ante esa situación me salvó mi celular. Una bendita llamada de teléfono de Jaime. Cómo no. Él único que me llamaba siempre.
- Vause.
- Me pregunto qué haces todavía en aquella comisaria y no has venido ya a tu ciudad.
- Todavía no hemos encontrado nada – respondí sentándome en la cama.
- Eso ya me lo imagino, lo que me pregunto es por qué no lo has hecho todavía – pero yo no contesté - ¿Estás bien, Alex?
- Sí. Creo que necesito parar un poco, Jaime. No estoy centrada en lo que debería y creo que es por cansancio.
- Muy bien, ¿has terminado?
- ¿De qué?
- De quejarte.
- Creo que puedo hacerlo.
- No, no puedes. Estoy haciéndome de la vista gorda contigo y me están empezando a apretar los huevos.
- Pues pajéate, a mí qué mierda me cuentas – dije vistiéndome.
- Alex – tomó aire – Vas a recibir una llamada hoy y sé que no te va a gustar – eso era sinónimo del jefe de inspectores – Por favor, encuentra de una puta vez al inspector. Pareces nueva.
- Tienes una manía muy fácil de menospreciar el trabajo de los demás, ¿sabes?
- No me toques los huevos.
- No tengo ganas – suspiré - ¿Me llamas para avisarme o para joderme?
- Ambas cosas.
- Pues gracias y que te den por culo – colgué tirando el celular a la cama - ¡mierda!
- ¿Qué pasa?
- Nada.
- ¿Estás bien?
- Sí – afirmé contestándola mal – Está todo perfectamente.
Piper me miró fijamente. Pese a lo mal que la traté, no se marchó. Y fue con sus ojos azules y su mano en mi brazo, cuando supe que la había tratado como menos se merecía.
- Lo siento – la abracé – Sé lo insoportable que puedo llegar a ser.
- Eso no es lo que me importa, ¿quién era?
- Jaime Para avisarme de que me van a llamar y no me va a gustar – tomé aire separándome – Me tengo que ir te veo en comisaría – Piper asintió – Llama a Larry, le quiero allí ya.
- Ok – le di un beso en la mejilla – Adiós.
Jaime no era idiota, no era tonto. Los dos sabíamos que el caso tenía que haber estado resuelto ya, que el hecho de que hubieran pasado dos días sin tener nada nuevo, no era casualidad. Yo no estaba centrada, y los dos lo sabíamos.
Llegué a la comisaría antes que nadie y lo agradecí. Me senté en mi mesa, mirando a la pizarra. Un asesino o un posible cómplice del restaurante. Sin sospechosos, porque ni Guillermo ni Soraya tenían pinta de serlo. Habían matado a Andrea con una precisión milimétrica. Sabiendo perfectamente dónde. Pero también, se habían ensañado con ella. Era personal, era muy personal.
Lucas estaba descartado, su único error fue olvidarse la cocaína en su taquilla. Así que volví a leer la conversación con el gerente y el encargado. Y fue en ese momento, cuando me di cuenta. Tras leer dos veces la conversación con los empleados, la de su hermano y la del encargado.
Andrea no tenía motivos para estar mal en su trabajo. Ella era simpática, amable y trabajadora. Así la había descrito el encargado. Según su hermano, estaba contenta, pese a que la habían matado y de forma personal. Nadie había mencionado que tuviera problemas con ella, porque en realidad, nadie los tenía.
Y fue ahí, sin Piper al lado y haciendo lo que mejor se me daba, mi trabajo; cuando descubrí por qué habían matado a Andrea. Ambición.
No estaba segura del motivo exacto, pero algo tenía que ver con sus dos años de un trabajo impecable. Un posible ascenso. Y la única persona que no nos había advertido de nada de esto, la única que me había esquivado las preguntas personales hacia ella, fue el gerente.
- Buenos días, inspectora.
- Hola Larry – contesté sin quitar la mirada a la pizarra – Consigue una orden de arresto contra Paolo Vázquez.
- ¿El gerente?
- Sí. Te van a poner trabas, di que es para Alexandra Vause – Larry asintió – Y si aún así te las ponen, me lo dices y llamo yo. Cuando la tengas, arréstale.
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Heeey un capitulo más de esta novela.
Solo porque es viernes subiré dos capítulos hoy.
Si es de su agrado regalenme una 🌟 y su comentario por favor. Nos leemos más tarde.

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Miradas de deseo
Fanfiction¿Qué pasa cuando la atracción física se convierte en algo mucho más complicado? Esta novela es una adaptación la novela de mi buena amiga @Helena Mabbitt la cual pueden leer en su perfil. Le agradezco enormente prestarme su historia para hacer esta...