Capítulo 14.

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No es la primera vez que entro en esta casa, pero hoy se siente muy diferente.  Entro como si estuviera descubriendo un mundo nuevo, como si cada detalle que observo fuera distinto y lo peor es que no comprendo el por qué. Con todas las veces que he dormido aquí, ¿por qué hacerlo oficial es tan escalofriante? Lo único que hago es evitarme el tener que volver a casa de Maggie corriendo todas las mañanas, ¿no? Ni siquiera puedo considerar esto un paso importante, teniendo en cuenta que me voy en dos semanas. Para siempre. Y que me caso con otro. En dos semanas.

Igual que lleva pasándome toda la noche, empiezo a notar como un par de lágrimas empiezan a recorrer mis mejillas. Felicidad, me digo, por vivir con Connor, porque de ilusiones vive la gente. Me quito el rastro de emoción que un sentimiento innombrable esconde y vuelvo a coger todas mis maletas. Las que están llenas de cosas que no necesito estas dos semanas y la única que he de abrir estos días. Connor está trabajando, pero ya me dijo ayer que lo dejara en su habitación, así que ahí me dirijo. Justo a tiempo para encontrarme una nota dándome la bienvenida, con unos labios marcados con el pintalabios que me dejé tiempo atrás y una posdata: "He dejado espacio en el armario para ti. Quiero que sientas que realmente esta es tu casa". Consigue que por un momento me ría y que, sin llegar a replanteármelo mucho, empiece a colocar mis cosas. Como si este fuera mi hogar, como si aquí pudiera recoger toda mi vida.

No me lleva mucho tiempo colocar las pocas cosas que no me sabe mal tener que volver a colocar después. No son muchas y no lo son porque sé cuánto va a costarme volver a recogerlas el día que me toque irme. Quiero ahorrarme el máximo esfuerzo posible. Porque en las fronteras de la ciudad quedarán recogidos todos los recuerdos que ahora estoy creando, toda la libertad que estoy sintiendo y todo lo que, con Declan, no podré volver a vivir.

Queda poco para la hora de comer cuando salgo de la habitación y sé que mi novio no tardará mucho en volver a casa. Pienso en preparar algo para él, para agradecerle el detalle que ha tenido. Voy directa, sé dónde tiene las cosas y qué he de prepararle, pero, una vez más, parece que el mundo no quiere que yo cocine, pues la luz está encendida y los fogones ya parecen estar en marcha cuando yo llego.

Un hombre, irreconocible para mí en un primero momento, se mueve con gracia de un lado a otro, parece tener algo en el horno mientras se encarga de algo más.

-Ehm... Hola-saludo sin saber muy bien por dónde tirar-¿Quién eres?

Un asesino en serie no será si está cocinando; digo yo, vamos.

-¡Hola!-saluda sorprendido-Soy Niall Horan, amigo de Connor, tú eres Neiva, ¿no?

-¡Oh, sí! Encantada, Niall Horan.

Ahora que le miro a los ojos, le reconozco al instante, por un momento, temo volver a hipnotizarme con ellos, como me pasó ayer, como creo que me ocurrirá siempre. Estoy más sorprendida que él y no puedo dejar de mirarle, tiene algo que no comprendo, pero que me hace olvidar lo que ocurre a mi alrededor.

-Oye, ¿tú eres la chica de ayer? Estabas apoyada en la puerta, parecías angustiada, pero me dijiste que todo iba bien.

-Sabía que me sonabas-finjo una sonrisa y bajo la vista-Sí, yo... No entiendas mal, iba pensando en algo que no tenía nada que ver con Connor.

-Ya, claro, lo sé, no te preocupes. No voy a juzgarte, ni nada de eso.

Asiento.

-¿Qué preparas? Justo ahora iba a ponerme yo.

Ríe, y menuda risa, madre mía, consigue volver a hipnotizarme.

-Solo es pollo con patatas y un poco de fritura de verduras. Nada especial.

-Más de lo que he visto hacer a muchos de mi pueblo.

-¿Tú pueblo? ¿De dónde eres?

Acabo sentándome en la mesa, todavía mirándole, fijándome en su cuerpo sin poder evitarlo.

-Soy de Adare-le cuento-Es un pueblo un poco chapado a la antigua, pero bueno. Tiene también un toque muy familiar que me encanta, nos conocemos todos.

-Suena bien-se lava las manos y se sienta a mi lado-En cierta manera también se podría decir que vivo en un ambiente muy familiar. Ahí donde voy todos me conocen y a mí me encanta conocerlos a ellos.

-¿Y eso cómo va? ¿Simplemente la gente se acerca a ti y te quiere escuchar?

-Bueno, es lo que tiene ser cantante, ¿no?-ríe-Todos te escuchan y, a veces, todos te agobian.

-¿Eres cantante? ¿Cómo la banda The Script o...? ¡Dios! ¿Cómo llamo Connor a esa banda que me pone siempre? ¡Qué vergüenza!-me río-Ehm... ¿One Direction? ¿Puede ser?

Veo a Niall debatirse entre la risa y la incredulidad. No se sabe si quiere soltar una fuerte carcajada o si, por otro lado, va a dejar de hablarme ya.

-Adare has dicho, ¿verdad? ¿Ahí no conocéis la música actual?

-No mucho, la verdad-siento mis mejillas estar rojas como tomates-La mayoría de nuestra música son clásicos. Somos un pueblo bastante tradicional, de bandas urbanas y nada más.

Asiente, bastante serio, después vuelve a mirarme.

-Neiva, yo soy el irlandés de One Direction-sonríe-Ahora voy por solitario, pero sigo siendo parte.

-¿Os habéis separado?

-¡No! No, parece que sí, pero no. Es solo un descanso.

-Comprendo. ¿Y qué cantas como solista? No creo que Connor me lo haya puesto.

-Qué buen amigo-ríe-Puedo enseñarte mi disco después o te llevo a la sala de instrumentos y te canto alguna.

-Suena a muy buena idea-digo con muchísima ilusión-Jooo, ¡qué ilusión!

Niall se encarga de todo lo que le queda por hacer, huele riquísimo. Cuando ya está listo y servido, esperando a nuestro chico favorito, no podemos evitar mirarlo y mirarnos entre nosotros, queremos comer, por favor. 

Hablamos, nos contamos la vida del otro. Él me cuenta un poco sobre su época en One Direction y yo le explico mi marcha de tres meses y el por qué de mi estancia aquí, aunque en ningún momento le menciono esa boda que yo ni siquiera quiero recordar.

Una cosa deriva a la otra, me sorprende mucho lo fácil que es hablar con él. En ningún momento se siente vergüenza, en ningún momento temes hablar. Le explico todas las costumbres de mi pueblo y él lo recibe todo con sorpresa, pero comprendiendo mucho más algunos comentarios que hago. Se me hace mucho más sencillo todo. Enseguida me doy cuenta de lo cómoda que puedo estar con él.

Cuando Connor llega, le alegra mucho vernos juntos. Me da un beso en los labios, le da un abrazo a Niall y se sienta con nosotros.

-Sé que habéis hecho un sobreesfuerzo para no empezar sin mí-dice.

Pero nosotros tenemos la boca demasiado llena como para responderle.

La conversación pasa a ser cosa de tres y esa misma tarde la dedicamos a contarnos anécdotas y ponernos al día de tal manera que, sin darnos cuenta, mientras nos estamos preparando para ir a cenar fuera, cada uno, por separado, se ha dado cuenta de una cosa y es que, sin quererlo o, mejor dicho, sin esperarlo, nos hemos convertido en un grupo.

Convirtámonos en leyenda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora