Cuando lo planeamos, pensé que era mentira, una simple broma para alegrar la tarde. Pensar que Connor no va pasar la noche en casa es algo que no me agrada, sobretodo sabiendo que noche tras noche me encuentro más y más cerca del momento de marchar, pero comprendo que el trabajo le reclama y que no hay nada que él pueda hacer.
Así que aquí estoy ahora; mirándome en el espejo y preguntándome si no me habré pasado con mi elección.
Estoy nerviosa, nunca lo había estado tanto. Ni siquiera con mi pareja había querido prepararme tanto. Con él sentí confianza plena, el mismo cariño que a un amigo; y todavía me siento así. En cambio, con Niall... Es todo muy confuso. Él parece muy diferente a lo que estoy acostumbrada, aunque tal vez, solo por esta vez, puede que me haga caso a mí misma y no me deje llevar por ese deseo de libertad y reconocimiento.
Salgo de la habitación lista para salir y justo a tiempo. Me siento en el sofá y enciendo la tele mientras espero a que salga mi inesperado caballero andante. Me da tiempo a ver casi una capítulo entero de alguna serie que encuentro de casualidad, pero, cuando él sale, de repente mi atención se desvía y ya no puede ir a ningún lugar. No puedo apartar la mirada de él y, lo más divertido es que, debería mirarle a él al completo, pero no puedo. Como siempre, mi mirada se va a la suya. A sus ojos azules tan profundos como el mismísimo mar.
Su sonrisa es amplia, va de oreja a oreja y en sus ojos veo el entusiasmo. Me comentó hace poco que sus últimas parejas le ha hecho demasiado daño, así que supongo que el hecho de poder hacer esto sin que haya una mayor connotación es algo que le entusiasma de sobremanera.
Me pongo de pie y él se acerca corriendo para cogerme de la mano y darme una vuelta sobre mí misma. Así me ve entera, cada detalle de mi aspecto y cada centímetro de mi piel. Después me da un beso en la frente y me guía cogida de la mano hasta el coche.
El paseo no es muy largo, lo suficiente para que unos nervios sin fundamento se instalen en mi cuerpo y no me dejen pensar en nada más. Lleva pasándome esto desde que conocí a este chico y lo peor es que no tendría por qué, ni siquiera lo entiendo. Porque si lo que me gusta es el hecho de que en todo momento esté en los medios, mi cuenta de twitter me basta y si hay algo más, de poco sirve. Me voy en menos de semana y media. Además, ¿y Connor? ¿Qué pasaría con él si ahora cambiara todo?
En el cine vamos a ver una película de esas que dicen basarse en la vida real, de esas que Niall parece disfrutar, pero que a mí no llega a interesarme mucho. La historia se va desarrollando y yo, que no logro ponerme en el papel de la protagonista, me quedo mirando la pantalla sin mucho interés. Mucho menos cuando, en cierto momento, él me rodea con su brazo y, antes de que pueda darme cuenta, entrelaza nuestros dedos y me obliga a apoyarme en su hombro para él poder reposar nuestras manos en mi muslo. Jamás había estado así antes con un chico, mucho menos con Connor, pero se siente tan bien que no puedo pensar en otra cosa. Y ver que algo que debería ser normal entre amigos, en mí crea tanto, hace que me replantee muchas cosas. No hace más que recordarme lo poco que queda para mi boda. Mi boda con un hombre que ni siquiera se encuentra en mi mente o mi corazón.
Salimos del cine cogidos de la mano. Niall dice que así, si nos ven, la gente querrá saber quién soy y así me escucharán, querrán conocerme a mí y a mis pensamientos. Y lástima que su plan no funciona porque realmente había sonado bien. Aunque, una parte de mí, piensa que es mucho mejor así; mucha más tranquilidad, de esta manera no he de estar pendiente de tantísimos ojos cuando a duras penas puedo pensar en algo cuando estoy bajo la atención de los de una única persona.
Nos vamos a un restaurante italiano a cenar y cuando Connor me llama, le contamos, fingiendo un acento italiano, todo lo que hemos hecho esta noche y todos los planes que puede que tengamos para después. Mi novio se ríe al oírnos y se alegra mucho de que nos lo pasemos tan bien. Aun así, se le nota un deje distinto en la voz; un detalle que me extraña, pero al que decido darle pocas vueltas. Supongo que se siente mal por no poder estar aquí y que, en cierto manera, querría poder mover cielo y tierra para ahora estar a nuestro lado.
Él se pide una pizza, yo unos espaguetis y, mientras nos los comemos, vamos hablando, contándonos la vida, una vez más, pero esta vez, concentrándonos en nuestra vida amorosa. La mía es fácil, en el pueblo esquivé a todo niño, chico y hombre que se acercaba a mí, no quería saber nada, no quería, desde tan joven, convertirme en una esclava. Mi vida con Connor ya se la sabe, se la hemos contado ambos y tanto Niall como yo sabemos lo que siento respecto a él. Él es el que más habla, el que más experiencias tiene y el que más dolor refleja en su mirada ante ciertos recuerdos. Me rompe el alma saber que le han hecho tanto daño y ver hasta dónde le ha podido afectar.
Cuando acaba la cena y volvemos a casa, lo único en lo que pienso es en abrazarle y, de hecho, cuando ya nos hemos puesto el pijama y Niall, con tono nostálgico, se pone a tocar el piano; por puro instinto me siento a su lado, apoyo mi cabeza en su hombro y paso mi brazo por encima de su cintura, mientras me dejo embriagar por las melodías que van surgiendo y envolviendo el ambiente.
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Convirtámonos en leyenda.
Fiksi PenggemarDicen que las leyendas irlandesas guardan más secretos de los que parecen revelar. Hay magia, amor y esperanza en cada relato y una gran lección en cada palabra. Yo misma me críe escuchando cada historia y aprendiendo de cada punto que estas guardan...