Capítulo 12.

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No voy a decirlo en voz alta. Me niego. Porque mientras esas palabras no salgan de mi boca, no serán reales, serán una ilusión, una boba confusión del momento, en mi pueblo dirían que son cosas de hormonas; igual, ¿qué importa? No lo diré y tampoco lo escribiré, porque si lo hago estaría utilizando otra manera de verbalizarlo y, entonces, habría hecho trampas, pero seguiría siendo realidad.

Connor me abraza fuerte, me eleva y me pone a dar vueltas por toda la habitación. Hace casi una semana que no le veo, me lo pasé tan bien el fin de semana con mis mejores amigos que no pude negarme ya a ninguna quedada. Pasé con mis compañeros del trabajo los tres primeros días y los tres siguientes se los volví a dedicar a Maggie y Alex. No quise, no pude dejar de reír, me lo pase como nunca, aunque el plan fuera tumbarnos en el sofá y mirar el techo. Ahí es donde me di cuenta de la cantidad de cosas que me iba a perder al volver al pueblo. Mi pueblo, mi familia, mis costumbres... Y no más ellos. Faltan dos semanas.

Dos míseras semanas que se me van a pasar volando.

-¡Pero qué guapa estás, por Dios! ¿Sabes cuánto te he echado de menos? Después de tres semanas juntos sin dejar de vernos, estar separados se me ha hecho eterno.

Sonrío. Siempre lo hago cuando él me habla, no puedo evitarlo. Su rostro, su mirada, sus palabras, siempre me lo provocan. Acerco su rostro al mío y le beso. Le beso lento, con dulzura y después le muerdo. Porque lo hice el primer día y ya no puedo evitar repetirlo cada vez que, de verdad, saboreo sus labios.

-A mí también se me ha hecho raro no tenerte cerca-confieso-Me han faltado cosas que solo siento a tu lado.

Me coge de la mano y me lleva hasta la cocina. Ahí me esperan un camino de rosas, una mesa perfectamente preparada y un ramo de estas mismas esperando en su centro. Hay velas encendidas y cortinas que jamás había visto intentando ocultar el sol que se filtra por las ventanas.

-¿Qué has hecho?-digo sin poder unir mis labios, con la boca abierta y sin poder hacer más.

-Quería sorprenderte. ¿Lo he hecho?

-Tú vestido con traje me ha sorprendido, esto es mucho más.

Me siento en la silla que él me indica y espero intrigada mientras me miro un poco el conjunto que llevo puesto

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Me siento en la silla que él me indica y espero intrigada mientras me miro un poco el conjunto que llevo puesto. No sé si voy vestida para la ocasión, tal vez debería haber elegido un vestido azul largo.

-Esto no es más de lo que te mereces créeme. Y, por favor, Neiva, deja de mirarte tanto, estás preciosa, mucho mejor que yo.

 Y, por favor, Neiva, deja de mirarte tanto, estás preciosa, mucho mejor que yo

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